Tras más de dos décadas trabajando para la misma empresa y avanzada la cincuentena, C.G. decidió reclamar el pago de un plus recogido en el convenio y que no percibía por realizar tareas gravosas para su físico. Era la única que no recibía ese complemento en su nómina, mientras sus compañeros varones sí lo ingresaban cada mes. Se quejó, pero la falta de acuerdo provocó que iniciase un proceso que acabó ante el servicio de medicación laboral, donde la solución no solo no satisfizo sus intereses, sino que abrió una brecha con sus superiores. Meses después, la firma alegó problemas económicos y la despidió, lo que acabó por generar un enfrentamiento judicial.

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