Hay actividades tradicionales en la economía gallega que, como muchos en la calle, todavía no saben qué es la recuperación. Sectores que hasta hace relativamente poco brillaban con luz propia e incluso servían para promocionar el made in Galicia. La industria alimentaria es un ejemplo. Entre 2010 y 2014 se perdieron un 4,3% de los establecimientos, que ahora son 2.100. La caída se centra en las fábricas dedicadas al procesado y conservación de carne, un 8,9% menos; y en las panaderías. Cerraron casi un centenar.

La industria de la madera lleva meses alertando de su difícil situación. La caída de los centros de trabajo en seis años fue del 23%. Sin contar la fabricación de muebles. En su caso, el cierre afectó a un 19,1% de sus instalaciones. En ese mismo porcentaje se mueve la caída de talleres de confección de ropa. Son 902, con una reducción del 19,5%.