Las alarmas se han disparado en la economía china, pero el peligro está extendido por todos los países emergentes, que vienen experimentando un deterioro en sus principales indicadores macroeconómicos en los últimos años. Si los emergentes dejan de pisar el acelerador, la economía mundial se frena.

Las recientes devaluaciones del yuan, en las que la moneda china perdió el 3% de su valor, tuvieron como réplica una mayor caída en el conjunto de las monedas de los países emergentes. China quiere sostener a toda costa sus niveles de crecimiento, pero todos sus intentos para engordar la demanda interna han fracasado pese a las voluminosas inyecciones de inversión pública en infraestructuras que hincharon el sector del ladrillo y el endeudamiento. Sin modelo alternativo de crecimiento, el gigante asiático persevera en las exportaciones y por eso el Banco Popular de China devaluó hasta en tres ocasiones en días consecutivos su moneda para que sus productos sean más competitivos fuera de sus fronteras.

Con su maniobra de devaluación -precedida y secundada por fuertes caídas de las Bolsas asiáticas- China hundió aún más los precios en los mercados de materias primas y abrió la puerta a una guerra de divisas que podría generar una dinámica de devaluaciones competitivas entre los países emergentes de efectos incalculables. China quiere mantener su porción de exportaciones, pero el problema es que la tarta del comercio mundial está menguando (un 3,4% en los cinco primeros meses del presente año). Por lo tanto, lo que realmente está haciendo China es exportar sus problemas y como estallen las burbujas inmobiliarias y crediticias del gigante asiático los más perjudicados serán los países emergentes, muy dependientes además de la colosal demanda de materias primas del gigante asiático.

Cuando Estados Unidos y Europa sufrieron el bofetón de la última crisis global, gran parte de la liquidez privada fue a parar a los denominados emergentes, que por aquel entonces estaban en plena expansión. En el caso de España, el dinero se fue a países de Latinoamérica, como Brasil y México. Sin embargo, esos países ya están sufriendo una desaceleración que se aprecia en las cifras del PIB, de producción industrial, de consumo privado e incluso de exportaciones. Al ritmo que entró capital foráneo, puede salir. Además, con el detonador de China, los riesgos de frenazo se incrementan entre los emergentes e inevitablemente se intensificarán las fuerzas deflacionistas en la economía mundial y todo en vísperas de una posible subida de los tipos de interés en Estados Unidos -la primera en nueve años- con efectos globales. No obstante, cada vez son más las voces autorizadas que alejan la expectativa de la subida. La última de ellas, la de Willian Dudley, presidente de la Reserva Federal de Nueva York, que reconoció que la situación actual se escapa del control de la Fed porque las turbulencias soplan desde China.