Dimas Gimeno Álvarez, presidente de El Corte Inglés desde hace un año, ha reforzado su poder ejecutivo en el grupo con su designación como consejero delegado, un cargo inexistente hasta ahora en la estructura directiva de la compañía de grandes almacenes y otros negocios. Durante medio siglo existió la figura de director general, pero desapareció de la nomenclatura de la sociedad en el verano de 1989.

El reforzamiento de la función ejecutiva de Dimas Gimeno se ha visualizado también con la designación de dos de los miembros del consejo de administración como consejeros ejecutivos: el propio Gimeno y José Leopoldo del Nogal Ropero, un directivo de la nueva generación -al igual que Gimeno- y muy cercano al presidente, con el que ya formó equipo durante la estancia de ambos al frente de la filial portuguesa de El Corte Inglés -Del Nogal era el máximo responsable- y posteriormente en Madrid, donde formaron un binomio cuando, por designación del anterior presidente, Isidoro Álvarez, Del Nogal se responsabilizó en 2009 de la dirección de Compras y Gimeno, de la de Ventas, dos cargos cruciales en la cadena. Ambos se incorporaron entonces al patronato de la Fundación Ramón Areces y al consejo de la sociedad.

Los nombramientos ahora de ambos como máximos ejecutivos del grupo se integran en un doble movimiento: la reordenación interna en búsqueda de un nuevo equilibrio y reparto interno de poderes tras el fallecimiento hace un año del anterior presidente, Isidoro Álvarez, y el proceso de renovación de los estatutos que ha acometido la compañía para homologarse con los estándares convencionales de sociedades abiertas al mercado, una vez que la compañía ha emprendido las emisiones de deuda en los mercados financieros internacionales y acaba de pactar la incorporación de un inversor qatarí que se hará con una participación del 10%.

Consenso interno

Tras la muerte de Isidoro Álvarez -quien aunaba todos los poderes- se abrió una larga y difícil negociación entre su sobrino y sucesor, Dimas Gimeno; sus hijas adoptivas y herederas (Marta y Cristina Álvarez Guil) y los altos ejecutivos (la llamada vieja guardia) que poseen participaciones accionariales personales, alto predicamento en la casa, cuatro puestos en el consejo (los mismos que la dinastía fundadora) y presencia numérica dominante (dos puestos más que la familia) en el patronato de la fundación Ramón Areces, la institución titular del mayor paquete accionarial de El Corte Inglés.

El nuevo equilibrio que se está esbozando apunta a un reparto de poderes en busca del consenso interno. La vieja guardia se hizo fuerte en la fundación al asumir en abril el directivo Florencio Lasaga la presidencia, que siempre había estado en poder de la estirpe. A cambio, la rama familiar Álvarez Guil fue recompensada con su entrada en este órgano y en el consejo del grupo y con la vicepresidencia del patronato, figura inexistente hasta ahora en la fundación. Y ahora Gimeno, cuyo papel quedó muy desdibujado en la Fundación -es el primer presidente de El Corte Inglés desde 1976 que no preside la institución fundacional-, se ve reforzado en la empresa matriz del grupo con el reconocimiento explícito de sus funciones ejecutivas. Su designación y la de Del Nogal expresan el ascenso de la nueva generación de directivos en la línea ejecutiva del grupo.