El fundador de Inditex, Amancio Ortega, es protagonista involuntario en los medios de comunicación por estar a punto de convertirse en el hombre más rico del mundo. Y nunca mejor dicho lo de involuntario porque este milmillonario coruñés responde al prototipo de empresario hecho a sí mismo pero muy celoso de su intimidad, al que le gusta mantenerse alejado de los focos. Ortega es la discreción en persona, un hombre de a pie al que le gusta que sus sobrinos le llamen tío Cholo y que se empeña en no ser jamás el protagonista de un evento.

Le gusta pasar desapercibido pero desde la salida a Bolsa de Inditex en 2001 su imagen es muy conocida y es mucho más difícil lograrlo. "Vivo feliz siendo uno más", dijo en alguna ocasión, pero está claro que no es uno más. Empezó a trabajar a los 13 años para ayudar a sus padres, "unos obreros normales que pasaron estrecheces" y con los conocimientos que fue adquiriendo sobre el sector textil, abrió una tienda en 1963 que fue el germen de Inditex. Ahora el gigante de Arteixo factura más de 18.000 millones al año y emplea a 140.000 trabajadores. Es el resultado de 60 años de trabajo de un empresario que, ya jubilado, sigue acudiendo a la central de Arteixo y que, lejos de lo que le gustaría, está a punto de convertirse en el centro de todos los focos por ser el hombre más rico del mundo.