Aunque lejos del sobresaliente resultado del pasado ejercicio, influido por operaciones extraordinarias y el empujón de los créditos fiscales, Abanca presume de la evolución de sus cuentas en 2015, muy difícil para el sector por los bajísimos tipos de interés. Entre enero y septiembre el beneficio alcanzó los 266 millones, un 22,2% menos que en el mismo periodo de 2014. Lo importante, destaca la propia entidad, son las cuatro patas en las que se asientan las ganancias. El crecimiento de los ingresos recurrentes, la buena evolución del margen comercial, la mejoría de la calidad del crédito y la fortaleza de las ratios de capital y liquidez. Que son, según el primer banco gallego, los grandes retos a los que se enfrenta la actividad financiera. Toda una defensa de la rentabilidad de su negocio cuando, otra vez, el supervisor anima indisimuladamente a reabrir el baile de las fusiones "para competir con holgura en un nuevo contexto económico y regulatorio que será más exigente", en palabras del subgobernador Fernando Restoy.

El margen de intereses de la entidad cae cerca de un 21%, hasta los 322 millones. Los ingresos por la prestación de servicios, comisiones básicamente, aumentan en cambio un 7,5%, a 126 millones, "gracias al buen ritmo de comercialización de los principales productos de valor añadido". Un 43% más en la venta de seguros. El margen comercial -diferencia entre lo que Abanca paga por los depósitos y lo que cobra por los créditos- llega a 90,5 millones, "a pesar de que la entidad no aplica cláusulas suelo a sus hipotecas desde mayo de 2013".

El rendimiento medio de un préstamo del grupo hoy es del 2,5%, frente al 2,13% de los antiguos, mientras en los depósitos -el pago al cliente- pasa del 0,91% al 0,39%. Con esta "fortaleza del núcleo del negocio", dice Abanca, la rentabilidad (ROE) llega al 8,82%. Por cada 100 euros invertidos, el banco genera 8,82 nuevos. El sector se mueve en el 6,5%.

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En el total de ingresos hasta septiembre, 780 millones -una caída del 16%- siguen pesando mucho la aportación de las operaciones financieras y las participadas. Son 320 millones. Abanca lo achaca a la reestructuración de la renta fija. La alta volatilidad favorece las plusvalías. Aunque no es el caso de los bonos con los que la Sareb pagó el lastre del ladrillo absorbido antes del rescate europeo. Sus bonos se referencian a la deuda soberana y la prima de riesgo está por debajo del momento del traspaso de créditos y activos inmobiliarios. Hasta septiembre, Abanca recibió 36 millones menos por esta vía.

Si el extra que viene de las operaciones financieras fue en 2014 para reforzar capital, Abanca aclara que este año se usa para mejorar el colchón contra fallidos. Las provisiones generales suman 58 millones. Las genéricas, 65. El saldo de activos dudosos, 2.971 millones, tras bajar un 30% desde septiembre de 2014. La cobertura de los créditos impagados o que pueden serlo llega al 58%. ¿Cuánto suponen en el total de la cartera crediticia? El 9,5% frente al 13,8% de 2014.

Los gastos de explotación se mantienen estables, con 214 millones a nóminas -cuatro millones menos que hace un año-, 157 a otros gastos de administración y 26 a amortizaciones. El resultado de explotación cae un 44,8%, con 260 millones. Antes de impuestos, el beneficio alcanzó los 342 millones.