La guerra de precios que en estos años de crisis libraron las compañías de seguros en el ramo del automóvil ha terminado, así que el recibo medio ya ha empezado a subir y lo hará de forma más clara a lo largo de este ejercicio. El aumento de la siniestralidad, asociado a la mejora de la economía, y la entrada en vigor desde el pasado 1 de enero de un nuevo baremo para indemnizar a las víctimas de accidentes elevarán los costes de las compañías y socavarán su rentabilidad. En el sector asegurador, erosionado también en sus ingresos financieros por los bajos tipos de interés y obligado a requerimientos de solvencia más exigentes por la regulación internacional, se da por hecho que esos mayores costes tendrán repercusión en el consumidor.

Los indicadores que manejan firmas de internet especializadas en la comparación de seguros (kelisto.es y Rastreator.com) sugieren que el cambio de tendencia en el seguro de automóvil ya se ha producido. Hasta 2014, los precios bajaron. La caída del volumen de negocio por la crisis y la aparición de nuevos actores con ofertas agresivas condujeron a las aseguradoras a una intensa pugna comercial para retener o ganar cuota de mercado. Este año las cosas han cambiado. Según un cálculo de kelisto.es, hasta octubre la prima media anual del seguro a terceros y terceros ampliado (aquella póliza que por lo general cubre también robo, incendio y roturas de lunas) se encareció un 5,3%, desde 353 euros que costaba en enero a 371,5 en octubre.

¿Qué ocurrirá este año? Se espera una subida más pronunciada, aunque fuentes del sector precisan que su alcance no será homogéneo, que presumiblemente variará según el perfil de los conductores y su historial de accidentalidad y en suma según la política comercial de cada compañía. El aumento del número de siniestros es el primero entre varios factores que meten tensión a los precios.

Fuentes próximas a la patronal nacional Unespa explicaron que el incremento de la actividad económica se nota ya en las cifras de siniestralidad. "Por cada litro que aumenta el consumo medio de carburante en España se producen 30.000 siniestros más", explicó un portavoz a propósito de los efectos del contexto económico en el sector. La mejora de la economía eleva la contratación de pólizas, pero también la intensidad del tráfico y con ello la siniestralidad. El abaratamiento del combustible y el envejecimiento del parque móvil, acentuado durante la crisis en España, inciden también en el repunte del número de accidentes. Como ha hecho notar la Dirección General de Tráfico (DGT), la mitad de los vehículos que circulan por España tienen más de diez años.

El descenso de los siniestros durante la crisis amortiguó el impacto de la guerra de precios en la cuenta de resultados de las aseguradoras, pero esto también ha cambiado. Los índices que miden la eficiencia y la rentabilidad del negocio asegurador empeoran y algunas de las grandes compañías ya han revisado su política, con incrementos de las primas más o menos selectivos e intensos, ante la expectativa además de un mayor incremento de costes desde 2016 con la vigencia del nuevo baremo de valoración de daños personales causados en accidentes de circulación.

Desde el pasado día 1, las indemnizaciones a las víctimas y a sus familias serán superiores como norma general. Las reglas aprobadas este año por el Parlamento y que comenzaron a gestarse en 2011 sustituyen al baremo que ha estado vigente desde 1995, una herramienta que permitió aligerar la litigiosidad, evitando a los damnificados pleitos que de otro modo se pueden alargar años y dando certidumbre sobre los costes al sector asegurador. Pero con el tiempo el baremo quedó desfasado, tanto en lo que atañe al cómputo de las compensaciones económicas por muerte y lesiones, como a las personas que deben ser indemnizadas. El nuevo recoge situaciones familiares distintas y da relevancia no sólo al vínculo de sangre sino a la relación efectiva y de convivencia al evaluar qué personas deben ser compensadas por los fallecimientos en accidente.

Fraudes

El baremo también eleva significativamente las indemnizaciones a los grandes lesionados. Se considera el lucro cesante (lo que la persona deja de ganar por culpa de sus lesiones) y se tiene en cuenta además del gasto médico actual, el que el accidentado pueda soportar en el futuro. La norma, fruto de un consenso del que participó el sector asegurador y las asociaciones de víctimas de accidentes de tráfico, asume una reivindicación singular de las compañías: la incorporación de nuevos controles para combatir la simulación de lesiones cervicales leves (latigazo cervical), un fraude frecuente. "El año pasado, las compañías detectamos 240.000 intentos de fraude en el seguro de automóvil; los que no son detectados acaban repercutiendo en el recibo de todos", comentó un directivo del sector.

El nuevo baremo supondrá un sobrecoste por indemnizaciones que el Consorcio de Seguros ha cifrado en una media del 16% y que muy probablemente repercutirá en las primas. Máxime cuando, remarcaron también fuentes del sector, los rendimientos financieros que obtienen las compañías moviendo su liquidez en los mercados menguan en un escenario como el actual de tipos de interés extraordinariamente bajos. Los consumidores expuestos en Galicia a este cambio de tendencia en el seguro del automóvil son los titulares de los más de 1.803.983 vehículos que están asegurados. Casi el 82% de los hogares gallegos tiene uno.