Luis Mingo Martín es el director general del grupo familiar SOIL, con sede en Madrid, que el pasado mes de octubre compró Elaborados Metálicos SA (Emesa) con el objetivo de reconvertirla en el referente industrial en estructuras metálicas singulares que fue hasta que la crisis y una excesiva apuesta por el sector eólico la puso en apuros en 2008 y estuvo a punto de hacerla desaparecer. La firma encadenó siete Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) desde entonces y de los 400 trabajadores que tenía hace siete años se ha quedado con 70. Mingo Martín es el hijo del fundador del grupo con aspiración industrial. Luis Mingo Reiz, su padre, fue presidente de Sogama durante cinco años y por eso él, nacido en Madrid, se convirtió en gallego de adopción y vocación. Tras dos meses al frente de Emesa, SOIL da casi por seguro que podrá cuadruplicar este año los ingresos de 2015 y aspira a que Emesa esté al 90% de su capacidad en cinco años.

-¿Cómo han ido estos primeros meses?

-Muy bien. Nos encontramos una empresa bastante dejada. Llevaba los últimos diez meses a la deriva y hemos hecho algunos cambios en la organización y la parte comercial, que era lo más necesario. En estos dos últimos meses hemos contratado muchísimo más que en el último año. Estamos muy contentos.

-¿Cuáles han sido esos cambios?

-Hicimos modificaciones en el departamento comercial, que era prácticamente inexistente. Contamos con colaboradores externos, como Javier Wirtz, que está jubilado pero sigue manteniendo una actividad profesional. Estaba trabajando para Técnicas Reunidas y nosotros lo recuperamos para Emesa porque es una persona importante. También incorporamos un nuevo jefe de fábrica, Álvaro Yáñez, que había estado ya en Emesa en otra época. Además intensificamos la actividad comercial, retomando contactos con las empresas clientes de Emesa de siempre. Fuimos a Holanda y Bruselas dos o tres veces y estamos intentado llegar a acuerdos con empresas de allí, donde Emesa tiene muy buen cartel. La estación de Lieja causó una buena sensación y la gente quedó muy contenta. Ahora estamos terminando una visera en Bruselas, la estación de Utrecht, que va a ser un proyecto como el de Lieja.

-¿Esto estaba contratado ya o son nuevos proyectos?

-Estaban contratadas, se están terminando y abren las puertas a clientes muy importantes de allí con proyectos en todo el mundo a los que nos queremos dedicar.

-¿Qué respuesta han dado esos viejos clientes a la compra?

-Están muy contentos. La calidad de Emesa es muy conocida. Nos han dicho que esta es una empresa muy buena pero que últimamente era muy cara. Los precios los pone el mercado y nos tenemos que amoldar. Estamos intentándolo y sale bien. Contratamos algunas cosas.

-Desde que tomaron las riendas de Emesa, ¿cuántos proyectos han conseguido?

-Ahora mismo tenemos adjudicados contratos para empezar a trabajar ya por valor de en torno a 5,3 millones de euros. Nos quedaban proyectos de la etapa de Isolux por 3,7 millones y tenemos adjudicados otros, aunque el contrato aún no está firmado, por otros 5,1 millones. Es una muy buena acogida para los dos meses que llevamos.

-Si las cosas marchan tan bien, se cumplirá su previsión de llegar al 90% de la capacidad de producción en cinco años, ¿no?

-Ese es el objetivo. Este año nos planteamos producir -no sé si facturar- 20 millones de euros, lo que sería cuadruplicar el año 2015. Esto está muy encaminado y ya lo vemos muy cerca a estas alturas de enero. Ahora estamos haciendo las primeras propuestas de contratos mucho más grandes que nos permitirían hacer una planificación a dos, tres o cuatro años. Hay contratos en Arabia, Holanda, Bélgica, con empresas españolas y extranjeras, que en los próximos meses veremos si nos van a permitir llegar a nuestro objetivo. No parece descabellado.

-Van a mantener las líneas de negocio de Emesa, ¿no?

-La idea que tenemos de Emesa son tres líneas de negocio; el tema medioambiental eólico, que se está moviendo menos aunque ahora están empezando a entrar peticiones de ofertas; la estructura singular, que es lo que más estamos haciendo, y la industria. Esta última, con estructuras modulares de equipos. Es un proyecto que teníamos como objetivo nuestro para empezar a desarrollarlo aquí. Uno de los contratos que estamos negociando es un módulo para una plataforma petrolífera en Qatar.

-Y en eólico, ¿se mueve algo tal y como está el sector?

-Hay poco, pero algo se mueve. Sobre todo en comunidades que no habían desarrollado sus planes y que lo harán en los próximos años. También hay parques que se están repotenciando y otros que con el avance de la tecnología en turbinas serán rentables sin primas.

-Cuando compraron Emesa anunciaron que no se recortaría plantilla, sino que aumentaría. Decían los sindicatos, sin embargo, que mucha de la actual plantilla tenía más de 50 años, lo que generaba cierta preocupación...

-Solo podemos mandarles un mensaje de tranquilidad. No pensamos recortar plantilla ni porque tengan 50 ni 55. Hay un plan de jubilaciones parciales ya negociado con la anterior dirección y a la gente que lo solicite, se le dará salida. La gente con experiencia también es necesaria. Cuando llegamos había 67 personas y ahora estamos en 74 más o menos. Muchas de las adjudicaciones no han entrado en producción y el aumento de plantilla se empezará a notar cuando esos proyectos lleguen a fábrica.

-¿Qué perfil de personal necesitarán?

-En mano de obra directa, tenemos soldadores y caldereros, e ingenieros y arquitectos en mano de obra indirecta, delineantes... También incorporaremos personal de administración. Habrá un poco de todo porque la plantilla está compensada pero bajo mínimos.

-¿Cómo fue la negociación con Isolux?

-Lo poco que podemos contar es la compra de Emesa, con todo lo que incluía, también la deuda.

-Los trabajadores tenían claro que Isolux no tenía interés en la fábrica desde hacía tiempo. ¿Fue una negociación larga?

-No. Isolux había intentado otras cosas y supongo que estaría negociando con otra gente, pero en cuanto nos enteramos de que había la voluntad de vender Emesa, intentamos acelerar lo más posible las negociaciones porque desde el primer día que vinimos vimos que había que darse prisa porque se iban acabando los contratos y a medida que pasaba el tiempo, la situación sería peor. El primer contacto debió ser en el mes de mayo y el 28 de octubre firmamos el acuerdo. Muy rápido.

-La cifra de 18 millones que manejó el mercado sobre la venta ¿es muy disparatada?

-No la puedo revelar.

-Su padre trabajó en Isolux y le compraron otra empresa. ¿Les usan de banco malo

-No (risas). Cuando tienes vinculación estrecha por haber trabajado con gente y saben a lo que te dedicas te pueden ofrecer cosas vinculadas con tu trabajo. También somos proveedores de servicios de Isolux y hemos comprado otra empresa al grupo MP que no tiene nada que ver con él.