La internacionalización no constituye únicamente un eje básico de la actividad empresarial, sino que implica la asunción de un significativo cambio cultural en la organización interna de las empresas. Así mismo, se erige en una variable cada vez más importante para el crecimiento económico a largo plazo, sostenido, equilibrado y capaz de impulsar las potencialidades endógenas de un territorio.

Si bien la provincia de A Coruña ha desarrollado una economía cada vez más abierta al exterior en el último decenio, no podemos caer en la autocomplacencia. En el período 2010-2013, las exportaciones de A Coruña crecieron un 45,86 % (crecimiento superior al de España, que fue del 41,4%); una tendencia que se truncó en el 2014 para retomarse en el año 2015 (con datos provisionales del mes de octubre).

El destino de las exportaciones coruñesas mantiene una importante dependencia respecto del mercado de la UE (73,1%). A pesar de los esfuerzos por invertir la tendencia aludida, otros destinos siguen manteniéndose en posiciones muy discretas. El más llamativo: Latinoamérica, que en los últimos años ha sido superado por los mercados africano y asiático.

Por lo que se refiere a la distribución sectorial, es evidente el enorme peso que tienen las manufacturas de consumo (producción textil) en el conjunto de las exportaciones de la provincia (55,95% en 2014). Otros grupos con aportaciones importantes son las semimanufacturas (12,57%) y los productos energéticos (11,90%). En cuanto al sector agroalimentario se observa una cierta ralentización respecto del dinamismo de los sectores anteriormente aludidos, a pesar del elevado porcentaje (6,76%) de los productos derivados de la pesca. Como vemos, se produce una elevada concentración de las exportaciones de la provincia de A Coruña en un reducido número de ramas de actividad.

En cuanto a la posición que ocupa la provincia (potencial exportador) en relación con el conjunto de España, se observa una tendencia decreciente en los últimos tres años (ha pasado del 6º al 9º puesto). Un proceso inverso al seguido por otras provincias como Pontevedra, cuyo potencial exportador no ha cesado de crecer en el mismo período a pesar de las vicisitudes atravesadas por el sector del automóvil. Una realidad que, sin resultar preocupante, debe servir de acicate para que empresas e instituciones públicas y privadas apoyen, faciliten e implementen medidas que retomen la posición privilegiada de que gozaba en años anteriores.

Galicia contaba a finales del año 2014 con 6.235 exportadoras, de las cuales un 35,4 % (2.207) se encontraban en la provincia de A Coruña. Si bien este dato implica un significativo incremento del número de empresas exportadoras, la estructura de este colectivo aglutina una serie de datos particularmente preocupantes. El primero de ellos se refiere a la excesiva concentración de las exportaciones en un reducido número de empresas. En concreto, el 79% de las exportaciones se concentran en 25 empresas. El segundo, que las empresas situadas en el ranking entre la 100 y la 500 tan solo exportaron el 6,1%. Por último, indicar la ralentización en el incremento del número de empresas exportadoras regulares (1,10%); lo que define el proceso de internacionalización de nuestras empresas como ocasional y no estructural (como sería deseable).

A la vista de los datos anteriormente expuestos, podemos afirmar que el tejido exportador coruñés adolece de una excesiva concentración territorial, sectorial, y en un número muy reducido de empresas. A ello se suman algunas carencias intrínsecas del tejido empresarial gallego como: un limitado desarrollo de proyectos colaborativos en el abordaje de los mercados internacionales; la creación de unidades de internacionalización especializadas en las empresas con una dimensión media; el limitado uso de herramientas de inteligencia competitiva, o las carencias de que adolecen nuestros emprendedores en esta materia cuando asumen el reto del emprendimiento. A todo ello se suma el difícil acceso a la financiación (tanto pública como privada) y la inexistencia de un programa a medio y largo plazo que sensibilice a nuestros futuros emprendedores, empresarios y trabajadores en la necesidad de contemplar el mercado global como su mercado natural.

Sin perjuicio de lo expuesto, debemos contemplar con visión positiva no solo el importante camino recorrido por nuestras empresas, sino el que les queda por recorrer. Es preciso aprovechar el enorme potencial que atesoran y la iniciativa que muchas han demostrado en condiciones no siempre propicias. Es imprescindible transmitir esta experiencia a cuantas empresas con potencial lo precisen, y que tanto instituciones públicas como privadas pongan en marcha iniciativas que apoyen el reto de la internacionalización y faciliten la superación de las dificultades que implica este proceso.