El alto endeudamiento era, según la mayoría de expertos, uno de los principales obstáculos que saltar en el camino hacia la recuperación de la economía. Aquel constante mantra de que el país "vivía por encima de sus posibilidades". Tanto en las administraciones, donde el pinchazo de la actividad irrumpió con un déficit disparado al 11% del Producto Interior Bruto (PIB); como para el sector privado, que tenía en los créditos pendientes un lastre difícil de soportar ante la merma de ingresos en las empresas y el problema del desempleo. Por eso en 2010 se cerró el grifo de la financiación a cal y canto, sin que, cinco años después, el proceso de desapalancamiento parezca llegar a su fin. El sector financiero puso la lupa sobre las nuevas operaciones para controlar los riesgos tras el profundo saneamiento al que se vio obligado por el refuerzo del colchón de las insolvencias vinculadas al ladrillo y la quiebra de empresas. Y a la prudencia se le suma ahora la escasa rentabilidad por los intereses, en mínimos históricos, lo que desincentiva la concesión de más préstamos. ¿Resultado? Otra caída el pasado 2015 del 4,4% en el crédito en vigor en España. Del 4,2% en Galicia, en el epicentro de los recortes por la especial incidencia que aquí tuvo la reconversión de la banca y la desaparición de las antiguas cajas.

La financiación cerró el pasado año en Galicia en 43.020 millones de euros. Son 363 millones menos que en el tercer trimestre, un descenso del 0,9%; y 1.892 millones de euros en comparación con el final de 2014, según los datos actualizados ayer por el Banco de España. Cada día, de media, el crédito menguó en la comunidad unos 5,2 millones y llega a otro mínimo en la serie estadística. Lo que evidencia que las operaciones que logran salir adelante siguen sin compensar las amortizaciones.

Solo País Vasco y Melilla tienen en estos momentos un volumen de préstamos superior al de doce meses antes. Los incrementos son, eso sí, pequeños. Del 1,2% y el 1,1%, respectivamente. Las menores bajadas en la financiación están en Madrid, un 1,5%; Ceuta, del 3,6%; y Aragón, del 3,9%. A continuación está Galicia, con dos décimas menos en el recorte que el total estatal porque también la reducción comenzó antes y fue más profunda. La comparativa es contundente. Entre 2010, cuando el mercado tocó su máximo histórico en crédito, y 2015, la financiación en el país se desplomó un 26,7%. En Galicia roza el 40%: 28.263 millones de euros, el equivalente a tres presupuestos anuales de la Xunta.

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Los descensos más acusados durante 2015 se registraron en La Rioja, del 8,7%; en Comunidad Valenciana, un 8,2%; Castilla y León, un 7,55; y Murcia, Castilla-La Mancha y Andalucía, las tres por encima del 6%.

A pesar de que en los primeros momentos de la contención del crédito la caída afectó más a los hogares y las empresas que a las administraciones, con el paso del tiempo tampoco el sector público se libró del cierre del grifo. En el último año los préstamos en su caso bajaron un 6,7% -203 millones de euros-, hasta los 2.805 millones; mientras que para el resto el descenso fue del 4%, con un total en vigor actualmente de 40.215 millones. Aunque la evolución deja una peculiaridad. En el último trimestre del ejercicio. Frente a los números rojos para las familias y las compañías, del 0,9%, entre las administraciones los préstamos aumentaron un 2%.

La otra cara, bien distinta, está en la oscilación del ahorro. Los gallegos tenían depositados 57.749 millones de euros en las entidades financieras a 31 de diciembre de 2015 después de un ascenso del 0,9% en relación a septiembre -hay que tener en cuenta que el tercer trimestre del pasado ejercicio dejó un bajón importante de más de 500 millones- y del 0,4% -239 millones de euros- sobre las cifras de un año antes. El montante vuelve a colocarse en el máximo histórico que había registrado en junio. Pero la letra pequeña del Banco de España muestra que la capacidad de ahorro varía entre las administraciones, que son las que concentran el gordo de los nuevos depósitos -un 8,3% más, con 180 millones de euros-; y de únicamente el 0,1%, con 59 millones, entre el sector privado. También aquí se notan los bajos tipos de interés. Hay un 12,5% de fondos menos en depósitos a plazo.