Sin experiencia bancaria ni haber ejercido nunca como financiero, Mario Conde (Tui, 1948), abogado del Estado, se encaramó al olimpo de la gran banca española en una rauda operación de toma de control de una de las más vetustas, aristocráticas e influyentes instituciones financieras nacionales. Conde tenía 39 años cuando en noviembre de 1987 asumió la presidencia de Banco Español de Crédito.

Banesto reunía desde 1902 a algunas de las más conspicuas dinastías de la oligarquía española de los negocios, había sufrido -en su tenaz lucha por perpetuar su hegemonía frente a los bancos Central e Hispano- un grave deterioro en su solvencia por las anexiones desde 1978 de varias entidades financieras con problemas y estaba aquejado por un gravísimo anquilosamiento de su consejo, que era gerontocrático y además muy endogámico, y en el que ni siquiera los entrecruzamientos dinásticos eran expresión segura de cohesión.

El meteórico desembarco de Conde -en alianza con el inversor Juan Abelló Gallo- en la gran banca española fue posible por la portentosa acumulación de capital realizada en tres operaciones: la venta por la familia Abelló y su ejecutivo Mario Conde de los Laboratorios Abelló, la reinversión de las plusvalías en la compra de la también farmacéutica Antibióticos y el posterior traspaso de este negocio -con otra descomunal ganancia- al grupo italiano Montedison.

Los fastuosos beneficios aflorados fueron reinvertidos en la compra de tres millones de títulos de Banesto, equivalentes al 3,8% del capital del banco, una posición muy elevada, dada la atomización accionarial del grupo.

El objetivo inicial de la operación no fue tanto la gestión de Banesto como tomar posiciones con la vista puesta en el posible control futuro del magno grupo industrial del banco si, como era previsible, el Banco de España seguía presionando a Banesto para que saneara su balance y tenía que desprenderse de sus "joyas de la corona".

El ascenso meteórico hasta la cúpula del banco fue una consecuencia sobrevenida porque las viejas familias de Banesto, que querían impedir la llegada a la presidencia del candidato del Banco de España (José María López de Letona), vieron en Conde y Abelló el caballero blanco que precisaban para sortear al regulador y plantear una contraofensiva contra la OPA hostil que el Banco Bilbao -en un hito sin precedentes- lanzó en noviembre de 1987 sobre Banesto.

Conde fue así aupado a la presidencia del más acrisolado banco nacional e inauguró con aquellos tres movimientos (las ventas de Abelló y de Antibióticos y la entrada en Banesto) una nueva era de los negocios en España, que pasó a ser definida como la "cultura del pelotazo".

Conde, agasajado y encumbrado como modelo de triunfador y ejemplo de éxito arrollador, mantuvo al frente de Banesto el mismo estilo intrépido y trepidante con el que forjó su leyenda. Laminó a quienes censuraron sus métodos gestores, perdió la confianza de Abelló, no se avino a las exigencias de prudencia y saneamiento de los reguladores, desafió a las autoridades, participó en la guerra de dossieres y, según fallo judicial, saqueó el banco hasta llevarlo a la crisis. Banesto fue intervenido el 28 de diciembre de 1993 y Conde condenado a 20 años de cárcel. Fue el derrumbe de la más estelar y efímera figura del capitalismo español.