Rodrigo Rato ha acusado a Hacienda de iniciar una "caza de brujas" directamente contra él al acusarle de supuestos delitos fiscales que "pudieron y debieron" ser comprobados antes de ser denunciados, y que ahora trata de desmontar con un informe presentado al juez. El exministro, alcanzado también por el escándalo de los papeles de Panamá, negó ayer que tenga ahora ninguna sociedad en paraísos fiscales. Sí las tuvo durante más de veinte años, mientras fue ministro de Economía y vicepresidente del Gobierno y, después, director del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Rodrigo Rato recurrió al despacho panameño Mossack Fonseca para liquidar dos empresas offshore, de las que extrajo 3,6 millones de euros mediante transferencias a sus propias cuentas y a una empresa instrumental con sede en Reino Unido (Vivaway) y que está en la cúspide del entramado societario que están investigando los jueces ante los indicios de que el vicepresidente pudo incurrir en delitos de fraude fiscal, blanqueo de capitales y corrupción entre particulares.

Rato señaló ayer en una entrevista radiofónica: "No tengo ninguna sociedad en ningún paraíso fiscal y todos mis activos y propiedades han sido voluntariamente declarados a la Hacienda española, a la que he pagado todos los impuestos correspondientes". A través de un despacho gibraltareño que llevó sus asuntos durante un tiempo, el exministro encomendó en Panamá la disolución de las sociedades Westcastle Corporation y Red Rose Financial Enterprises. Efectivamente, ninguna de ellas está activa ahora, pero sí fueron utilizadas por él cuando tenía responsabilidades políticas nacionales e internacionales. Una de esas sociedades fue creada en 2005, recién llegado Rato a la cúpula del FMI. La otra data de 1993, cuando como portavoz del PP en el Congreso se erigió en azote parlamentario de los casos de corrupción del PSOE. Esa misma sociedad estuvo activa y oculta al Fisco mientras Rato fue ministro (1996-2004), incluidos los cuatro años en los que, como titular de Economía y Hacienda, era máximo responsable político de tributos.

Las dos sociedades están siendo investigadas por el juez que indaga en el patrimonio de Rato. En un escrito remitido a ese magistrado, el exministro denuncia que Hacienda inició una "caza de brujas" contra él al abrir una "causa general" en la que le acusaba de alzamiento de bienes, argumento para su detención y el registro de su domicilio, que poco después se demostró que no había cometido, asegura. Rato alega que se invadió su intimidad y se vulneraron sus derechos en el momento en el que unos agentes de la Oficina Nacional de Investigación contra el Fraude entraron en su domicilio y en su despacho el 16 de abril de 2015, y se incautaron de toda la documentación que encontraron, incluida la que no tenía relación con la orden judicial.

Rato pide al juez desde hace meses que cualquier documentación requisada que no corresponda a estas sociedades y a este periodo exacto no formara parte del proceso y le fuese devuelta a la mayor brevedad posible. Ahora solicita que se declaren nulas las diligencias practicadas, entre ellas el bloqueo de sus cuentas, la petición de una fianza de 18 millones de euros para poder volver a administrar la totalidad de sus bienes y el embargo de sus fondos.

De retiro budista

Rodrigo Rato se ha pasado, por otra parte, a la vida contemplativa. Al menos durante 6 días. La reencarnación del político del que ahora se ha sabido que ocultó 3,6 millones en dos sociedades opacas creadas por el despacho Mossack Fonseca se produjo entre el 19 y el 25 de marzo. Esos días asistió en el centro budista de Pedreguer, en Valencia, a un curso de meditación titulado el camino de Shamatha. Lo impartió el gurú Alan Wallace, próximo al Dalái Lama. El curso costaba 395 euros. Rato acudió solo. Por tanto, desembolsó otros 348 euros en la habitación individual en la que descansó entre sesión y sesión de meditación.