El Ejecutivo autonómico presume de haber cuadrado sus cuentas para cumplir con el déficit y de que el paro se reduce, pero existen bolsas de pobreza en la comunidad que aumentan sin parar. En el primer trimestre del año, se ha visto obligado a inyectar 3,1 millones de euros en el presupuesto récord de la renta de inclusión social (Risga), que este año alcanzó los 53 millones de euros. El último millón ha sido destinado durante el mes de marzo.

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, decidió en octubre remodelar su equipo tras el varapalo electoral de las municipales e iniciar un "giro social" para atender las demandas de los más golpeados por la crisis, sosteniendo que esta era historia y que comenzaba a asentarse el crecimiento.

La Risga es quizás el principal termómetro autonómico para medir la pobreza. Se trata de una ayuda mensual que ronda los 400 euros de media para familias con ingresos por debajo de esa cifra. De los 6.948 gallegos que cobraron este cheque en 2010, se ha pasado a los 13.958 del año pasado, lo que ha forzado a la Xunta no solo a incrementar las partidas anuales, sino a ir inyectando cada ejercicio más fondos. No eran nunca suficientes. De los 22,8 millones de euros de 2009 ha pasado a presupuestar 53 millones para este ejercicio.

Esa cifra se ha quedado corta y se ha aumentado. Primero, en 2,1 millones en febrero para atender a 449 personas y rebajar la lista de espera, que finalizó el año pasado en 990 personas y que Política Social se ha comprometido a dejar en cero. En marzo, inyectó otro millón porque la demanda "supera la previsión inicialmente presupuestada en las solicitudes pendientes de concesión", según la documentación de la Xunta. El objetivo es atender 214 nuevas ayudas.