Además de la desaceleración de la industria que la Xunta pretende combatir con "la estrategia de especialización inteligente" para que la actividad genere el 20% del Producto Interior Bruto (PIB) al final de la década, la economía gallega arrastra el envejecimiento de la población como otra de sus principales debilidades. Casi una cuarta parte de los residentes en la comunidad superan los 64 años. Una edad con menos necesidades de gasto. Y eso se nota en el consumo, que es una de las palancas de crecimiento en las sociedades modernas. El Ejecutivo autonómico lo asumió abiertamente en sus presupuestos de este ejercicio. Que la demanda interna en Galicia seguirá aumentando por debajo de la media por "la estructura poblacional gallega, más envejecida". De hecho, ésta es una de las claves de que la recuperación en la autonomía vaya más despacio que en el resto del país. Y a la vez es también una de las cuestiones que explican por qué la expansión de la pobreza se contuvo frente a lo ocurrido en la mayoría de territorios durante la doble recesión. Las pensiones sirvieron de colchón y compensaron hasta un 60% de la caída registrada en los salarios por el desempleo y la reducción de sueldos.

Hay un antes y un después en la capacidad de gasto de los hogares gallegos con el pinchazo económico. Su renta disponible -la suma de las retribuciones por trabajo, inversiones, las transferencias sociales y los impuestos- pasó de 28.885 euros en 2009 a los 22.847 en 2013. Unos 6.000 euros menos. La caída, del 15%, es ligeramente inferior a la registrada en el Estado, del 16,1%, según el reciente informe del Instituto Valenciano de Estudios Económicos (Ivie) y la Fundación BBVA, que revela que Galicia es la segunda comunidad donde las pensiones suponen un mayor apoyo para el presupuesto familiar. Solo en Asturias tienen una mayor función redistributiva.

La crisis, según la investigación, ha derivado en un incremento disparado de las rentas más bajas en España hasta alcanzar el 38,5% del total, mientras la llamada clase media perdió tres millones de personas. Pese al importante papel desempeñado por las prestaciones de los jubilados, las "dominantes", y las de los parados. "El efecto redistributivo de las transferencias monetarias se deja sentir sobre todo en las comunidades con población envejecida y muy dependiente de las jubilaciones, como el Principado de Asturias, Castilla y León, Galicia o Cantabria", destaca el Ivie.

Galicia perdió más de 200.000 ocupados entre 2008 y 2014. El paro en ese mismo periodo aumentó un 144%, hasta los 263.000 desempleados. Todo eso unido al progresivo envejecimiento de la población -que reduce también los ciudadanos en activo- dejó un descenso del 15%, cerca de 3.000 millones menos, en las retribuciones salariales en la comunidad. Con anterioridad a la primera recesión se movían por encima de los 20.000 millones de euros. En 2014, como refleja el balance de la Agencia Tributaria, ascendían a apenas 17.300.

Con las pensiones sucedió todo lo contrario. Alzas constantes en el número de perceptores de las prestaciones, que superan los 750.000 ya, un 5% más en seis años. La suma de sus cobros alcanzó en 2014 los 9.095 millones de euros, frente a los 7.336,1 millones de 2008. La diferencia, alrededor de 1.760 millones de euros, permitió contrarrestar parte de los ingresos perdidos en los hogares gallegos por el deterioro del mercado laboral. Seis de cada diez euros del recorte en sueldos. El avance en las prestaciones por desempleo fue también muy fuerte, del 45%, pero en proporción su peso es mucho menor por el tope establecido en la cuantía, la disminución progresiva a la que se enfrentan los parados y por la pérdida de derecho a recibirlo en aquellos que llegaron a superar los dos años sin trabajar. De 735,2 millones de euros en 2008 a 1.034,7 millones en 2014, según Hacienda.

La relevancia de las pensiones como amortiguador de la renta de las familias en Galicia es especialmente llamativa en el último año de los contabilizados por Hacienda. Los salarios bajaron un 0,3% en 2014. Y las prestaciones por paro se desplomaron otro 17,7%. Solo las pagas por pensiones subieron, un 2,4%. Este es uno de los motivos por los que Galicia es una excepción en el crecimiento de los niveles de pobreza. La población con bajos ingresos y carencias se redujo del 22,8% al 22,1% entre 2013 y 2014.