Los diagnósticos sobre la recuperación que vienen de las diferentes organizaciones no gubernamentales y entidades que trabajan con los colectivos más desfavorecidos coinciden en que el cambio de ciclo de la economía no se nota en toda la población y que es precisamente este grupo de personas los que más sufren todavía los coletazos de la doble recesión. Galicia se mantuvo durante toda la crisis entre las comunidades con menor incremento de los índices de pobreza y riesgo de exclusión social, que afectaba en 2015 al 25,7% de los residentes en la autonomía, pero no es una excepción en lo mal que lo están pasando muchas familias y en la doble velocidad de salida de la crisis. Durante el segundo trimestre de este año el número de hogares que llegaron a fin de mes con facilidad o mucha facilidad cayó un 2,9%, hasta los 481.300. Es decir, el 44,4% del total. Y aquellos que lo hacen con dificultad caen en una proporción muy similar, el 2,6%. Son 500.155, el 46% de las familias gallegas. Esta reducción, sin embargo, no apunta a una mejora porque las que acaban con mucha dificultad se dispararon cerca de un 37% entre abril y junio, según los datos publicados ayer por el Instituto Galego de Estatística (IGE), y vuelven a superar las 100.000. Concretamente, 103.260 -un alza de 27.700 familias en solo tres meses-, uno de cada diez hogares de la comunidad.

La proporción de hogares en condiciones complicadas para cubrir sus necesidades no se reparte por igual en todos los concellos. Mientras que en las localidades de entre 20.000 y 50.000 habitantes los que cierran el mes con apuros e incluso con muchos problemas representan el 44,9%, en los más pequeños, de 10.000 a 20.000 vecinos, el volumen supera el 60%. Las diferencias se trasladan también al tipo de familia. Las monoparentales lo pasan especialmente mal. El 61,6%, con muchas dificultades; frente a las parejas sin hijos, donde el porcentaje disminuye al 46,4%.

La dura realidad obligó a las familias gallegas a tomar medidas de contención de gastos desde el arranque de la crisis. A principios de 2010, por ejemplo, un 44% de los hogares se aferraba a las marcas blancas y los productos de oferta para cuadrar el presupuesto doméstico. El finiquito de la segunda recesión empezó a relajar estas cifras, que ahora se mueven alrededor del 13,2% -143.700 familias-, después de un alza en el último trimestre del 1,4%. El ascenso es bastante más notable entre las que pusieron coto a gastos de ropa, calzado y transporte -un 10% más, hasta las 152.700- y en las que uno de los integrantes tuvo que ponerse a trabajar -un 61,5% más, por encima de las 11.300- para contribuir al bolsillo común.

Pero, sin duda, lo más llamativo es el incremento del 44,3% de los hogares que recibieron ayuda de parientes y amigos, casi 88.300 -el 8,2% de los hogares-; y las familias que no tuvieron otro remedio que renegociar las condiciones de sus créditos, solicitar préstamos para gastos corrientes o aplazar pagos se dispararon un 56%, hasta las 17.500. A eso se verán abocados probablemente los que ya están acumulando retrasos en recibos. Más de 58.000 familias, el 5,3% del total de Galicia, después de un avance del 13,3%.