El Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) acaba de retirar la prestación por incapacidad a un vecino de Cariño (A Coruña) con una enfermedad articular crónica que reduce su movilidad y dificulta que pueda desarrollar con normalidad la actividad -vendedor ambulante de pescado- que realizaba hasta el momento en que se le reconoció la incapacidad, a finales de 2014. El afectado, Roberto Yáñez, considera "inadmisible" e "injusta" la decisión del tribunal médico ante los dolores y problemas de movilidad que padece a diario y que, asegura, le impiden trabajar con normalidad. Por ello, ayer decidió apostarse ante la sede de la Delegación Provincial del INSS de A Coruña, en Matogrande, donde permanecerá en una especie de encierro, sin comer ni beber, hasta que la Administración le dé una solución.

La salud de este coruñés comenzó a empeorar en 2013, con dolores en la espalda y en las articulaciones que le impedían trabajar, por lo que estuvo de baja con una incapacidad temporal. Tras varios meses de consulta en consulta para saber que patología padecía, hasta que en septiembre de 2014 le convocaron a un tribunal médico para determinar si podía reconocérsele una incapacidad permanente. Inicialmente, pese a su poca motricidad, el tribunal -como publicó este diario en su día- le denegó la incapacidad. Un mes después, sin embargo, y ya con el diagnóstico definitivo de su enfermedad, el INSS rectificó y le reconoció la incapacidad permanente total que ahora le retira.

Este cariñés padece una espondiloartritis HLA B27(+) en estado avanzado, una enfermedad reumática crónica que afecta al esqueleto y que provoca inflamaciones en la columna vertebral y en las articulaciones -hombros, cadera, rodillas o tobillos-, aunque también puede derivar en problemas en la piel, el aparato digestivo, el urinario, los ojos o el sistema cardiovascular. A la espondiloartritis el paciente suma una discopatía lumbar.

La Sociedad Española de Reumatología reconoce que en muchos casos esta enfermedad no es incapacitante -algunos trabajos se pueden realizar sin problema si se ejercita el cuerpo para evitar la pérdida de movilidad- pero matiza que no son recomendables "trabajos de carga y descarga, que sometan a un sobreesfuerzo mecánico intenso la columna vertebral". Antes de obtener la incapacidad, Yáñez compraba pescado en la lonja de A Coruña, lo cargaba en su furgoneta y lo vendía casa por casa en Cariño y su entorno, lo que exige, precisamente, labores de carga y descarga.

El tribunal que revisó su incapacidad lo declara -en un dictamen emitido el pasado 22 de junio, ratificado el 30 y notificado al afectado el 6 de julio- "no afectó en ninguno de los grados de incapacidad" previstos en la ley.

Yáñez entiende que en la decisión solo se tuvo en cuenta el informe médico que especifica que tiene una leve mejoría y que responde bien al tratamiento. "Pero se olvidan de que no puedo hacer esfuerzos, giros bruscos y que sufro continuamente vómitos, mareos, picor en la piel...", denuncia este cariñés. "La única diferencia respecto a la anterior valoración es que ando más derecho. Incluso en el informe médico pusieron que dormía bien y es mentira, porque me cuesta mucho descansar con el dolor", añade.

Por este motivo, considera una "injusticia" que le retiren la incapacidad y lo consideren apto para trabajar. "Si finalmente me quedo sin la incapacidad y me pongo a trabajar, el siguiente paso es la silla de ruedas", concluye Roberto Yáñez.