Con 1,08 euros por litro de diésel, Galicia repitió en junio como la comunidad más cara para repostar el vehículo, según los datos del Ministerio de Industria. Es un hecho que la Xunta vincula con la falta de competencia -con más estaciones de servicio hay más oferta y, por tanto, una presión a la baja en los precios- y ciertos sectores como el transporte al céntimo sanitario. Para revertir esta situación el Gobierno gallego ha puesto en marcha una batería de medidas para "impulsar la competencia" con la "simplificación" de los trámites administrativos necesarios para abrir una nueva estación de servicio. Con o sin personal que las atienda. Y aquí la Xunta choca con hasta nueve comunidades autónomas, que han decidido vetarlas. Se trata de Madrid (la última en acometer esta decisión), Navarra, Asturias, Baleares, Andalucía, Castilla-La Mancha, Aragón, Murcia y Comunidad Valenciana.

Pero Galicia tiene ahora un aliado: la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que ayer difundió un informe en el que defiende las estaciones de servicio desatendidas, conocidas también como fantasmas por la ausencia de personal en la instalación o low cost por sus bajos precios, al considerar que su implantación "aumenta la competencia efectiva en el mercado y presiona a la baja los precios de los carburantes, aumentando con ello el bienestar de los consumidores finales".

En su informe, el organismo considera que existen barreras de entrada y ejercicio a la apertura de este formato de gasolineras; entre las que figura, "la obligación de contar con la presencia física de una persona". Así, señala que, en ocasiones, se pretende vincular esta discriminación entre formatos con el mantenimiento del empleo, la seguridad de la instalación o la protección de los consumidores, cuando, por el contrario, la imposición de contar con una persona destaca "como injustificada y no se corresponden con la evidencia disponible en la Unión Europea y en España".

Para la Xunta, lo primordial es "garantizar la seguridad de las personas, las instalaciones y el medio ambiente", aspecto que no choca con el hecho de que en una gasolinera sea el propio usuario quien tenga que suministrarse el carburante. La recuerda además que en Europa las estaciones de servicio desatendidas han representado durante años "un formato habitual" en numerosos mercados de la Unión Europea y que la competencia no ha originado "mayores riesgos para la seguridad del usuario y sí ha reportado beneficios para los consumidores en términos de mayor variedad, innovación y, especialmente, menores precios".