Los países emergentes llegan a la cumbre de jefes de gobierno del G20 que empieza hoy, debilitados económicamente por las crisis de Brasil y Rusia, así como por la ralentización de la anfitriona, China. El bloque de los Brics (China, Rusia, India, China y Sudáfrica) ha perdido lustre y, cuando sus líderes se reúnan con sus homólogos de los países desarrollados en la ciudad de Hangzhou, no podrán presumir de pujanza económica como en anteriores ocasiones.

Si el Grupo de los Veinte nació en 1999 para dar a los emergentes la voz que no tenían en foros como el G8 (ahora reconvertido en G7 por la exclusión de Rusia) y, tras la crisis financiera de 2008, escenificó su nuevo rol como motores del crecimiento económico mundial, esta vez son el foco de la incertidumbre.

Para el FMI, los emergentes ofrecen "señales mixtas", porque en países como Brasil y Rusia el Producto Interior Bruto se contrajo el año pasado casi un 4%, mientras creció en torno a un 7% en otros como China, pese a su desaceleración, e India.

"La creciente influencia de los mercados emergentes significa que los acontecimientos (ocurridos) allí pueden sentirse globalmente", se lee en el informe del FMI, que destaca los posibles riesgos de una transición económica "turbulenta" en China. La salud del gigante asiático, segunda economía mundial, es una de las principales preocupaciones en el G20, a pesar de crecer un 6,7 % interanual en la primera mitad del año, dos décimas menos que en el conjunto del año pasado. Esta desaceleración y la caída de los precios de las materias primas explican el declive de los emergentes.