La vara de mando no hizo la magia. Antonio Dieter Moure Areán asumía en enero la capitanía de una Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) más parecida a una familia mal avenida que a la principal organización empresarial de la comunidad. Se encontró un berenjenal y deja un reino de taifas. El ourensano comunicó a los cuatro líderes provinciales el jueves por la noche su decisión de abandonar la CEG y plantar el compromiso de sanar heridas y evitar que entre en concurso de acreedores. "No se va, lo han echado. Perdió el apoyo que tenía y deja todo sin hacer", analiza un miembro de su junta directiva. Aunque los críticos con Moure aseguran que fue Fontenla quien propició su salida, en el entorno del ourensano niegan la mayor: "Fueron Lugo y Pontevedra". La salida se gestó en todo caso desde Vigo, donde coincidieron por primera vez en semanas todos los líderes provinciales con el ya expresidente: Jorge Cebreiros (Pontevedra), Fontenla, José Manuel Pérez Canal (Ourense) y Jaime López (Lugo). "Simplemente vio que A Coruña dejaba de apoyarlo y consideró que no tenía sentido seguir".

En su misiva de dimisión aseguró que lo dejaba por "motivos personales", como él mismo aseguró a este diario. La CEG se queda ahora con poco más de 200.000 euros de una póliza de crédito de 600.000 que percibió a finales de agosto. Solo en salarios el gasto mensual de la confederación asciende a 60.023 euros y no hay ninguna previsión de ingresos de aquí a final de año. El plan de viabilidad aprobado en junio estipulaba la ejecución de cinco despidos el 31 de julio, otro el 30 de septiembre y el ingreso de 1,8 millones con una tercera hipoteca sobre la sede de Santiago. Ninguno de estos hitos se cumplió. La ejecutiva de Moure tenía que haber formulado en septiembre una modificación de dicho plan -la banca no lo apoyaba, al igual que la mitad de la asamblea-, pero la CEG permaneció "inactiva" y quemando la póliza. En enero ingresará 600.000 euros de la Xunta por la ley de participación institucional, pero el dinero irá directamente a Abanca.

"Nunca dejó de tener el apoyo de las sectoriales", asegura el presidente de la Federación Gallega de Farmacias, José Luis Dacal, que reconoce haber conocido la dimisión de Moure por los medios. "Estaba agobiado", indica. Otro dirigente de las sectoriales se confiesa "disgustado" por la "falta de confianza" del líder depuesto: "Lo apoyamos en todo y no nos comunica nada. No ha sido elegante". No tenían noticias de Dieter desde hace "tres o cuatro semanas", justo cuando la CEG debería haber corregido su plan de viabilidad para entregar a los bancos.

El poder lo asume ahora la junta de vicepresidentes. Cebreiros quiso trasladar su "respeto" por la decisión de Moure y un mensaje de "tranquilidad" porque las provinciales han encontrado hueco para el armisticio. Según el artículo 23 de los estatutos, "en el caso de vacante de la presidencia se convocarán elecciones en el plazo de dos meses", con lo que se podrían volver a celebrar comicios en enero. Pérez Canal, que perdió las elecciones frente a Moure por diez votos, no descarta volver a presentarse, aunque en las sectoriales ya avisan: "No lo queremos, no es un hombre de peso para la CEG". Si logra el respaldo de A Coruña tendrá posibilidades, pero no fue capaz de conseguirlo en la contienda anterior.

"Esto va a ser bueno para la CEG, que lleva meses con cero presencia institucional. No se ha pronunciado sobre la falta de Gobierno, los impuestos, los contratos del naval... Nada", aseguró el predecesor de Moure en la patronal gallega, José Manuel Fernández Alvariño, que se alegró al conocer la dimisión. No lo oculta porque, dice, convocó las elecciones -no culminó su mandato- "para buscar consenso en la confederación, y él no lo consiguió".

Alvariño apuesta por que sean los presidentes de las patronales provinciales los que asuman el control pleno de la CEG. "Ya lo dije en su día, tienen que tomar el mando por el bien de la confederación", una postura radicalmente opuesta a la de las organizaciones sectoriales.