-¿Por qué dijo que sí a Pescanova?

-Por varias cosas. La principal es que oportunidades de recuperar una compañía como Pescanova y volverla a poner en un sitio del que nunca debió salir en la carrera profesional, hay una o ninguna. Pero, por otra parte, si sale bien, estoy seguro de ello, siempre podré decir que puse mi granito de arena.

-¿Qué es lo que más y menos le gustó de Pescanova cuando llegó?

-Lo que más, el modelo empresarial, y no tiene nada que ver con lo que ha pasado. Lo segundo, la marca. Lo que más me sorprendió, no que no me gustara, es cómo una compañía tan grande y cotizada tenía una manera de organizarse tan desestructurada. Estaba por parroquias que no se hablaban entre sí, y en algunas cosas competían.

-La marca no ha sufrido daño reputacional. ¿Se mantendrá así durante el juicio?

-Obviamente a la marca cuando la rodeas de influencias negativas, bien no le haces. Aquí hay 12.000 personas que necesitan liderazgo y una razón por las mañanas para reconstruir una compañía. Yo quiero recuperar la marca. Dice que ha resistido bien los envites, pero claro, no se puede estar confiando en que la marca vaya a aguantar ad aeternum (para siempre). Si tengo un hijo de 18 años y Pescanova lo hace merluza congelada natural y langostinos, jamás tendrá contacto con la marca hasta los 40 años. Esto debemos solucionarlo.

-¿Qué opinión le merece Manuel Fernández de Sousa?

-No lo conozco.

-Empresarialmente.

-Esta compañía, lo que sea en el futuro, debe ser coherente con sus 56 años de historia, no puede querer ser otra cosa. Hay una historia y la compañía tiene que ser fiel a ella. El modelo de la compañía es de futuro, y ese mérito sí lo tiene. El resto no me atrevo a juzgarlo.