El XIX Congreso Nacional de la Empresa Familiar se despidió de A Coruña con la mesa redonda Compromiso con el crecimiento que sentó a debatir a tres directivos de empresas industriales con perfiles y perspectivas distintas, casi contrapuestas.

El presidente de Alibérico, grupo líder en transformación de aluminio, Clemente González -de origen gallego-, lamentó que sobre todo la legislación laboral limite el crecimiento de las empresas en España, mientras que el presidente del grupo vasco de ingeniería Sener, Jorge Sendagorta echó en falta una mayor complicidad de la administración con las empresas y una política industrial como tal. A ellos se unió en el debate el presidente del grupo andaluz de productos de limpieza Persán, José Moya. El origen de cada uno es completamente distinto. González decidió "lanzarse a la arena" hace veinte años y su grupo tiene 35 sociedades con 17 fábricas en España, Portugal, Bélgica, Reino Unido y Alemania. Fabrica desde papel de aluminio alimentario hasta revestimiento para trenes. Moya tomó en los ochenta el testigo y el control de la empresa familiar que fabrica productos como el jabón Flota y multiplicó por diez su facturación. Sendagorta lleva 30 años al frente de un grupo creado en Bilbao por su familia y desde entonces ha acumulado un crecimiento del 15% cada año y creado nueve sociedades con el 80% de su negocio fuera de España. Su debate se centró en cuatro aspectos:

►La importancia del crecimiento. Cuando tomó el control de Sener, a Sendagorta le parecía que el crecimiento un resultado de hacer las cosas bien, no un fin en sí mismo. Dedica una enorme inversión a innovar para dar soluciones nuevas a los problemas de sus clientes y así competir con los grandes en el extranjero porque crecer "es necesario". El crecimiento sí es un fin para Alibérico, cuyo presidente se fija el objetivo de alcanzar los 1.000 millones de facturación en 2020. Actualmente está en 400. Persán relató su experiencia en la captación de financiación entre fondos de capital riesgo para crecer. Fue "positivo" porque cumplió sus objetivos y profesionalizó la gestión, pero se corre el riesgo de perder el peso en el capital.

►Laboral y fiscalidad. Para Clemente González España penaliza el crecimiento al establecer que una empresa de 100 empleados tenga el doble de delegados sindicales que en una de 99. "Todas esas horas sindicales frenan la competitividad", defendió el empresario, que reclamó una reforma laboral clara que además vincule los salarios a la productividad. José Moya defendió una mejora fiscal de los procesos de crecimiento con generación de valor y Sendagorta consideró "razonable" el impuesto de Sociedades, especialmente en el País Vasco, con un sistema fiscal propio. Restringe los problemas sindicales a temas "coyunturales". "Cuando te llevas parte de la actividad a México, los trabajadores ven las cosas de otra manera".

►Apego al territorio. De nuevo Clemente González y Jorge Sendagorta dieron visiones contrarias. El primero, con 10 fábricas en 9 comunidades autónomas, no siente ningún compromiso, más allá de con quien le ayudó. El presidente de Sener dejó claro que su empresa es "muy vasca", que sus ingenieros son "muy de Bilbao" y que la Administración ayuda. "El País Vasco tiene una política industrial muy clara y España, no; no sólo en fiscalidad [importantes deducciones por inversión en innovación] sino también en educación... Y todo esto hace que tengamos un compromiso allí", dijo. El presidente de Sener demandó mayor "complicidad" o entendimiento de las instituciones públicas con la empresa.

►Fórmulas de crecimiento e internacionalización. Alibérico ha combinado el crecimiento orgánico con el corporativo, aunque esta segunda vía sólo la aprovecha si sabe que la empresa adquirida va a ser rentable en dos o tres años y tiene equipos son adecuados. José Moya, defiende una tercera vía, la de las alianzas con otra empresa familiar (es interproveedor de Mercadona). Sendagorta reconoce que Sener creció más orgánicamente que con adquisiciones y apuesta por las Uniones Temporales de Empresas (UTE) tan habituales en ingeniería. El secreto de Alibérico para competir en el exterior es innovar en soluciones y crear un sentimiento hacia su marca. Para Sendagorta, competir fuera pasa por tener al menos dos de tres cosas; un producto suficientemente bueno, un nivel de operaciones eficiente y una intimidad suficiente con el cliente. José Moya cree que los caminos son múltiples y no hay recetas únicas.