La plantilla de Ferroatlántica ha logrado aunar voluntades en torno a un frente común sociopolítico en la comarca de Fisterra contra la venta de las centrales hidroeléctricas que el grupo tiene en los ríos Xallas y Grande. Y la empresa parece decidida a contraatacar con argumentos para respaldar que, en contra de lo que defienden sus trabajadores, el traspaso de las centrales no lleva implícito el cierre de las fábricas de ferroaleaciones, aunque ambas actividades estén asociadas en la concesión administrativa que la Xunta le otorgó para explotar los ríos. El Gobierno gallego garantizó hace semanas que no modificaría esa concesión.

La compañía explicó ayer que las factorías que tiene en Cee y Dumbría son las más competitivas de las que el grupo Ferroglobe -el que resultó de la fusión, el año pasado de Ferroatlántica y Globe- gestiona en todo el mundo y generan más de la mitad del resultado de explotación que obtiene en España. El grupo defiende además que esta actividad de ferroaleaciones de Dumbría y Cee casi quintuplica el beneficio que generan las centrales hidroeléctricas, sobre todo después de la reforma energética.

Estos ingresos, explica Ferroatlántica, son consecuencia de las inversiones realizadas por el grupo en estos dos centros de trabajo, que ascendieron a 56,2 millones de euros en los últimos 16 años, lo que arroja una media anual de 3,5 millones. Sirvieron, dice, para "mejorar su competitividad" y la situaron como "la empresa con mayor aportación a la actividad económica de la Costa da Morte". En realidad y según la división comarcal oficial de la Xunta, Cee y Dumbría pertenecen a la comarca de Fisterra.

De estos 56,2 millones, el grupo destinó unos siete a mejoras ambientales y más de ocho a eficiencia energética. Otros 25 millones de euros se dedicaron a reformas productivas, como la inversión de 10 millones para instalar una planta de microsílice en la fábrica de Dumbría.

Ferroatlántica subraya en un comunicado que hizo público ayer que comprometió un total de 16 millones en las líneas eléctricas de alimentación de sus fábricas entre 2016 y 2017 para asegurar la separación de la producción y el consumo de electricidad. "Después de la implantación de la nueva regulación eléctrica, para poder optar a los mejores precios de energía a través de la interrumpibilidad, la fábrica de Cee-Dumbría ha debido certificar que no puede considerarse como auto-consumidor", apunta la compañía, que defiende así públicamente que la asociación de las actividades energética y de ferroaleaciones sólo figura en las concesiones. Las centrales de hecho se construyeron en su día para alimentar las factorías, pero ahora, con la reforma energética, se abastecen de la red general a la que los saltos de agua vuelcan su generación eléctrica.

La multinacional prevé invertir otros 20 millones en Cee y Dumbría "para posicionar la empresa en buenas condiciones de cara a 2020" dentro del plan industrial que se comprometió a presentar pero cuyo desarrollo está condicionado a la venta de unas centrales que la Xunta no parece dispuesta a facilitar.

Estas inversiones pretenden modernizar las instalaciones, incrementar la seguridad, la eficiencia a través de la renovación tecnológica y medioambiental y la sostenibilidad del negocio. Ferroatlántica advierte de que son importantes para afrontar con éxito los retos y desafíos del sector metalúrgico y los mercados emergentes.