Un taxista se queja amargamente ante un cliente de la competencia que supone Uber, compañía que utilizando un aplicación móvil (app) para poner en contacto a conductores de vehículos particulares y viajeros está cambiando los hábitos del transporte personal en medio mundo. El cliente, Pablo Rodríguez, ingeniero y director de Investigación de Telefónica, dice para sí: "El menor de sus problemas va a ser Uber en pocos años". Rodríguez piensa en los avances de la "conducción autónoma", una tecnología en la que ya están las grandes marcas automovilísticas.

El vuelco en el sector del transporte que supondrán los coches sin conductor es sólo una muestra de las transformaciones revolucionarias que la nueva era de las máquinas, la de la digitalización y la inteligencia artificial, provocará en los próximos años, con efectos de gran alcance sobre el empleo, las relaciones laborales y el Estado del Bienestar, augura Florentino Felgueroso, investigador de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). "En cada proceso de cambio tecnológico de los últimos doscientos años se ha tendido a sustituir al trabajador. Ahora se ha estimado que más de la mitad de las ocupaciones están amenazadas por la nueva era digital; a cambio, surgirán otros empleos y oportunidades, y lo que tenemos que plantearnos como sociedad es si seremos capaces de aprovecharlas", reflexiona este experto.

ELa amenaza. Florentino Felgueroso, economista laboral, alude a las alarmas que en Estados Unidos y también en Europa han saltado acerca del impacto que el progreso tecnológico (combinado con la globalización que ha impulsado) tiene y tendrá en los mercados laborales a medio y largo plazo. Una corriente de intelectuales (calificada como "maximalista", por contraposición a los "minimalistas" que apenas presagian cambios) considera que el mundo avanza hacia mutaciones "dramáticas" en el empleo. Dos autores pertenecientes a esta línea de pensamiento (Carl Frey y Michael Osborne, de la Universidad de Oxford) firman una de las primeras tentativas de calcular cuántos y qué tipos de trabajos son más vulnerables a la digitalización y la "computerización". Han estimado que el 47% de las ocupaciones de los estadounidenses estarán "amenazados" en diez o veinte años.

Utilizando la misma metodología, el economista británico Jeremy Bowles, del think tank europeo Bruegel, ha elaborado las tasas de riesgo de los países europeos. Según el mapa resultante, que se reproduce junto a estas líneas, el problema en la UE es aún más inquietante, particularmente en los estados del Sur. En España, Portugal, Italia y Grecia la proporción de empleos vulnerables, donde las personas pueden ser susceptibles de ser sustituidas por aplicaciones informáticas o robots, supera la mitad.

"Ha habido una primera ola digital que afectó sobre todo a trabajos rutinarios que requerían una cualificación media; con la segunda ola, en la que interviene de una forma importante la inteligencia artificial, la robotización, se producirá un salto que podría afectar también a los puestos más cualificados", expone Florentino Felgueroso. Los desarrollos informáticos de las dos últimas décadas incidieron principalmente en los trabajos de oficina ("donde antes había cuatro contables o administrativos, ahora hay uno y un software", añade Felgueroso). El informe Frey-Osborne sobre Estados Unidos augura para el futuro la extinción altamente probable de trabajos como los de operador de telemarketing, chófer, distintos tipos de profesionales de la industria, oficinistas e incluso los cocineros. Los menos expuestos son los ligados a la supervisión de trabajos técnicos, los científicos, ciertas especialidades médicas o los que requieren más "inteligencia social" y capacidad de persuasión (venta, atención al público, terapeutas...).

Otro estudio para el Foro Económico de Davos calculó que en el plazo de cinco años se perderán cinco millones de empleos a escala mundial por efecto de la Cuarta Revolución Industrial, resultantes de la destrucción de más de siete millones de puestos (la mayoría de profesionales administrativos y otros de oficina y ocupaciones en la producción manufacturera) y de la creación de algo más de dos millones de empleos (principalmente en las áreas de finanzas, gestión, informática, ingeniería, arquitectura y ventas).

EEl trabajo del futuro. ¿Cómo será ese empleo en las próximas décadas? "Más que de puestos concretos, que no podemos saber cómo serán, se está hablando de las habilidades y competencias que más se valorarán", explica Florentino Felgueroso. "Muchos empleos van a requerir saber solucionar problemas complejos, como los de la máquina", apostilla este economista. El informe para Davos vislumbra que en el horizonte de 2020 ganarán enjundia para las empresas capacidades como el "pensamiento crítico" (capacidad analítica y de reflexión) y la creatividad.

Son habilidades que, critica un sector de expertos, no se adquieren fácilmente en la escuela y en las universidades, y menos en el sistema educativo español. Felgueroso apunta hacia los países nórdicos: "Dinamarca o Suecia nos llevan mucha ventaja; hicieron su revolución educativa y su gente consigue por ello adoptar las nuevas tecnologías mucho más rápido que nosotros".

Adaptarse a la revolución laboral que se avecina requiere repensar la educación y la formación continua de los trabajadores. El desafío es para los jóvenes, pero también para los adultos que están en el mercado laboral, sea trabajando o en el desempleo. El economista Florentino Felgueroso lo ve así: "Tenemos que mirar las cosas con perspectiva, detectar cuáles serán las habilidades y competencias necesarias en el mundo del futuro e intentar que los niños, los jóvenes y todos en general las vayamos adquiriendo".

EDesigualdad y marco laboral. Las transformaciones que ya se han producido asociadas al cambio tecnológico explican en parte el avance de las desigualdades de renta dentro de los países, vinculadas en general con la globalización económica. Los empleos de cualificación intermedia (administrativos, trabajadores de la industria y de la construcción) descienden al mismo tiempo que aumenta el peso de los más cualificados (técnicos, científicos o de gestión) en un extremo y, en el contrario, crecen también los puestos de trabajo que requieren menos formación (peones, servicios de limpieza...).

"Podríamos estar encaminados hacia un mercado de trabajo polarizado, con puestos de trabajo altamente cualificados, estables y bien remunerados por un lado, y puestos inestables, mal pagados y poco cualificados por el otro", escribe Jeremy Bowles. Florentino Felgueroso introduce otra cuestión que atañe a la calidad y la protección del empleo: la digitalización va camino de revolucionar asimismo las relaciones laborales.

Estados Unidos es el espejo donde se refleja lo que puede ocurrir en el mercado laboral en Europa en los próximos años. Fenómenos como la llamada uberización de la economía (aparición de más plataformas que aplican a otros servicios y trabajos el modelo de negocio de Uber para el transporte personal) y la creciente tendencia de las empresas a "contratar bajo demanda" (para una tarea concreta de unas horas, fenómeno favorecido por las aplicaciones móviles que ponen en contacto al empleador y a los candidatos sin intermediarios) están estimulando la proliferación de un tipo de trabajador autónomo (freelancers, en la jerga anglosajona) que realiza labores cortas y esporádicas para empresas que sustituyen así trabajo asalariado tradicional por una modalidad más barata para la compañía e insegura y desprotegida para el empleado. En la línea de lo que, en mayo de 2016, dijo el presidente de la patronal española CEOE, Juan Rosell: "El empleo fijo y seguro es algo del siglo XIX; en el futuro habrá que ganarse el trabajo todos los días".

Haz click para ampliar el gráfico