Son muchos los expertos que atribuyen los elevados precios que en general y de partida tiene la electricidad en España y más quienes critican los elevados costes cargados sobre los consumidores que nada tienen que ver con la electricidad que consumen en sus casas, como por ejemplo el sobrecoste de dar suministro a sistemas insulares como el de Canarias o las primas que reciben las grandes empresas consumidoras de energía por estar dispuestas a reducir su consumo en caso de emergencia del sistema (interrumpibilidad), como Alcoa, Megasa o Ferroatlántica.

La subida de la luz en coincidencia con la ola de frío que congela estos días España tiene que ver con la baja producción de energías renovables como la hidráulica (por la sequía) o la eólica, que generan electricidad a coste muy bajo o cero, pero también con el funcionamiento del mercado eléctrico mayorista o pool, que ha vuelto a centrar esta semana la atención con precios no vistos desde 2013.

Este mercado eléctrico mayorista es el lugar donde se compra cada día la mayor parte de la energía que al día siguiente va a consumirse en España. Funciona desde 1998 y en él se casa la oferta y la demanda para determinar el precio de la energía eléctrica para cada una de las 24 horas siguientes. Este precio se tiene en cuenta para el cálculo del componente energético en el recibo eléctrico, tanto de los pequeños consumidores, donde supone aproximadamente el 40% de la factura que reciben, como de las empresas.

Cada una de las centrales o fuentes de generación ofrecen un precio -la energía eólica, al no poder ser almacenable, tiene preferencia para entrar en el mix de generación-, y normalmente las renovables y la nuclear ofrecen los precios más bajos y las centrales de ciclo combinado, con mayores costes, más altos. "El mercado se rige por criterios marginalistas: la última central que entra al cruzarse la oferta y la demanda para cada hora marca el precio que luego cobran todas", explica el ingeniero industrial José Luis Sancha, profesor de la Universidad Pontificia y autor del libro Presume de entender (a fondo) las facturas de la luz y del gas. O lo que es lo mismo; todas las centrales cobran lo que cuesta la tecnología más cara. Ese precio entre lo que ofrecen las tecnologías más baratas y lo que cobran se conoce entre los expertos como el beneficio caído del cielo.

"Estas reglas podrían servir para un mercado en perfecta competencia pero el eléctrico no es precisamente así", explica el ingeniero industrial Jorge Morales de Labra. Hay, dice, determinadas fuentes de generación, como las nucleares o las renovables que apenas tienen costes variables. "Pueden ofertar su producción a precio cero y cobrar cada día el precio que marcan las más caras, que suelen ser las de gas y que ahora superan los 90 euros por MWh". Los expertos se debaten entre que cada tecnología sea remunerada al precio que ofrezca o sacar las más baratas de ese sistema de mercado.