Ferroatlántica insiste en el plan de venta de las centrales hidroeléctricas que tiene en España, un proceso en el que asegura que aspira a lograr "el mayor consenso social posible" y en el que ya cuenta con un acuerdo para realizar la desinversión: ingresaría 255 millones de euros, de los que casi 100 servirían para cancelar el contrato de leasing que tiene sobre los propios saltos de agua, con lo que el cobro efectivo sería de 153,4 millones. La compañía trata de convencer a la plantilla de las bondades de su plan, pero aún no ha movido ficha en el aspecto clave e imprescindible para poder cerrar la operación: la solicitud a la Xunta -en el caso de las seis centrales gallegas de Cee y Dumbría- y al Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente -en el caso de las cinco de Huesca- para poder segregar la actividad de producción de ferroaleaciones de la generación eléctrica para vender la segunda.

Si la semana pasada el presidente de Ferroatlántica y consejero delegado de Ferroglobe -resultado de la fusión de la firma española y la estadounidense Globe-, Pedro Larrea, reconocía que el grupo aún no ha solicitado al Ejecutivo gallego la separación de los activos, ayer fuentes de la compañía explicaron a este diario que tampoco ha presentado la instancia correspondiente al Ministerio de Medio Ambiente sobre las centrales aragonesas. Y eso que Larrea aseguraba que la empresa pretende cerrar la venta de las centrales "en semanas".

Mientras espera para dar el paso administrativo, la firma controlada por Villar Mir acaba de recibir el apoyo de la plantilla aragonesa a su plan industrial, que prevé ejecutar con el dinero que obtenga de la operación. Los trabajadores de Monzón, el complejo oscense en el que Ferroatlántica cuenta con una fábrica de ferroaleaciones y cinco centrales hidroeléctricas -"en una situación similar a la que se da en Cee y Dumbría", recalca el grupo-, aprobaron (con el 74,5% de los votos a favor) el plan de inversiones derivado "de la obtención de fondos extraordinarios procedentes de la venta de los activos hidráulicos".

De esta forma, la plantilla aragonesa se suma a la cántabra y a la coruñesa de la factoría de Sabón (Arteixo) -que ya votaron a favor del plan industrial en las últimas semanas- en el apoyo a los planes de la empresa, mientras que los empleados de A Costa da Morte quedan como la principal oposición al proyecto.

El plan de inversiones de Ferroglobe prevé destinar 13 millones de euros al complejo de Monzón, al tiempo que garantiza que ningún trabajador será despedido en siete años y que unos 14 trabajadores podrán acogerse a jubilaciones parciales, profesionales que la compañía sustituirá con contratos de relevo. El centro oscense cuenta con cinco centrales hidráulicas próximas, en los ríos Ésera y Cinca, y su plantilla está formada por 185 personas, 20 vinculadas al área energética, a las que se suman 40 profesionales de empresas auxiliares.

El grupo controlado por Villar Mir remarcó ayer que la situación de los trabajadores aragoneses es similar a la de los de Cee y Dumbría y destacó que el plan de inversiones para Galicia es incluso más generoso que el previsto en el resto de comunidades. "Ferroglobe proyecta la modernización de su capacidad productiva con un desembolso de 200 millones en España, lo que permitirá crear 375 empleos directos y 550 indirectos. A Galicia le corresponde una versión de 100 millones, 200 puestos de trabajo directos y 300 indirectos en Cee, Dumbría y Sabón", resumió la compañía, que insiste en que no podrá realizar esas inversiones sin vender antes las centrales hidráulicas de Galicia y Aragón.

Ferroatlántica recuerda que entre sus planes -que la plantilla cuestiona; asegura que las cuentas de ingresos por la venta y las inversiones no cuadran- está la modernización de las fábricas de Cee y Dumbría, donde se construirá un nuevo horno de ferrosilicio, una fábrica de carbón vegetal y una planta de sinterización de mineral de manganeso. En Sabón prevé construir una planta de silicio solar.

Otro argumento que esgrime el grupo controlado por Villar Mir para defender la operación es que la venta se realizaría "a una empresa energética líder mundial en el sector de las renovables que fijará su sede ibérica en Dumbría, desde donde proyecta expandirse".