La estela de la obra social de las dos antiguas cajas gallegas era larga. En el tiempo y la cuantía. Y ese fue uno de los grandes desafíos para la supervivencia de Novacaixagalicia cuando se quedó sin su principal fuente de alimentación e, incluso, después de que Abanca saliera a su rescate. ¿Cómo cambiar? Probablemente su evolución no se entendería sin el tándem que forman Pedro Otero, gerente y gran conocedor de las tripas de la entidad; y Miguel Ángel Escotet, primo del dueño de Abanca y presidente de la fundación, que, con su dilatada trayectoria en ciencias sociales -es doctor en Filosofía-, imprimió a la institución el que es el gran eje de sus acciones: "Formar al ser humano para el cambio permanente, así como para la eventual crisis producto de la adaptación a ese cambio".

El giro de Afundación se concretó en el plan estratégico 2015-2019, con tres áreas prioritarias (educación superior, envejecimiento activo y cultura) y cuyos resultados en 2016 son, según la entidad, "altamente satisfactorios", aseguran. Pero fue también un cambio en el modelo interno, con el rastreo de todas las opciones posibles para obtener ingresos: alquiler de salas, venta de entradas de espectáculos a través de Ataquilla, cofinanciación de actividades con los usuarios, el Monte de Piedad y servicios de consultoría gerencial.

En 2015, las aportaciones de los usuarios rozaron los 4,2 millones y 5,2 millones por promociones, patrocinio y colaboraciones. Por ventas y otros ingresos ordinarios de la actividad se alcanzaron 849.800 euros.

Es lo que les espera a todas. A todas las fundaciones nacidas al amparo de la banca, sobre todo de las cajas de ahorros. "Es evidente la necesidad de captación de recursos procedentes de fuentes no tradicionales, lo que equivale a diversificar el origen de las retribuciones", apunta el reciente informe "El papel de las nuevas fundaciones y cajas de ahorros", elaborado por Analistas Financieros Internacionales (Afi) y publicado por la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas). "El grado de necesidad es distinto entre las fundaciones accionistas de entidades financieras que reparten beneficios y aquellas que no pueden contar con esta vía de ingresos", añade, con el importante matiz de que tampoco el punto de partida es igual entre ellas por los activos que manejas, la liquidez "y de esfuerzo para su mantenimiento y gestión".

Sin contar con La Caixa, en "un importante número" de entidades, la capacidad para invertir en obra social "se redujo a cero" en 2014 y el resto ronda "un tercio de lo alcanzado en 2008". De más de 2.058 millones de euros entonces a unos 710 millones, un 65% menos, como se desprende de la memoria de la patronal CECA. Las nueve entidades con mayor información suministrada a Afi, incluida Afundación, suman 397 centros. Los beneficiarios asaron de 54,5 millones a 20,2.