El invierno tardó en entrar en Galicia y con él los temporales, pero el que arrasó la comunidad el primer fin de semana de febrero dejó huella en las zonas de montaña del interior como Trabada o Lourenzá. En estos municipios llegaron a registrarse rachas de 200 kilómetros por hora que derribaron diez torres de alta tensión de una línea que llevaba apenas un mes en funcionamiento. Esos 200 kilómetros por hora fueron el último registro del medidor de un parque eólico próximo a las instalaciones antes de salir por los aires.

La gran autopista del Cantábrico, una línea de alta tensión y doble circuito en 400 kilovoltios (kV) fue proyectada con el objetivo de mejorar la cobertura de la demanda eléctrica en el Noroeste de España y, sobre todo, para apoyar la evacuación de nueva generación renovable, principalmente eólica de Galicia, hacia comunidades cantábricas con saldo eléctrico negativo como el País Vasco.

Dos temporales seguidos

Las obras concluyeron en octubre después de ocho años de trámites y entró en funcionamiento a principios de enero tras varios meses de pruebas. El tendido cuenta con 81 kilómetros de longitud y costó más de 70 millones de euros. Soportó el primer temporal, pero el segundo fue demasiado. Por ley las torres de alta tensión tienen que ser capaces de aguantar velocidades máximas de 160 kilómetros por hora.

La caída de las torres no afectó al suministro porque al ser una línea de doble circuito y existir otras que mallan el territorio gallego, la red aguanta, pero, como explican en REE, exige una solución rápida. "Si el tiempo acompaña, la reparación estará lista en mayo", dice la compañía. Ese mismo fin de semana, el viento tiró otras siete torres en Forcarei (Pontevedra), de la línea Mesón do Vento-Cartelle.