Desde que Ferroglobe desveló su plan para vender la titularidad de las concesiones que tiene sobre las siete centrales hidroeléctricas que explota en las comarcas de A Costa da Morte y Fisterra, argumenta que la actividad de generación y venta de electricidad "ha dejado de ser estratégica". Las centrales, que llegaron a facturar más de 30 millones al año, están ahora de vacas flacas y los cambios de la legislación que prohibieron que una empresa genere electricidad para abastecerse echan por tierra, según Ferroglobe, la legitimidad de que la concesión de la Xunta le obligue a mantener como una sola actividad los saltos de agua en los ríos Xallas y Grande y las fábricas de ferroaleaciones de Cee y Dumbría, por mucho que los primeros se construyesen inicialmente y ampliasen sucesivamente para abastecer a los segundos.

El consejero delegado del grupo, Pedro Larrea, insiste en estos dos argumentos para dejar claro que el grupo Villar Mir no entenderá que la Xunta rechace su autorización para segregar las dos actividades y vender las centrales al fondo canadiense Brookfield.

Las actas de las conversaciones que permitieron a Ferroglobe cerrar un preacuerdo con CCOO, UGT, USO y SU sobre el plan industrial a financiar con la venta dejan claro sin embargo que la actividad de ferroaleaciones tampoco es tan provechosa para el grupo. La factoría de Cee habría cerrado "en cuatro de los últimos cinco años" con pérdidas de no ser por las primas que los grandes consumidores industriales reciben del Gobierno por estar dispuestos a reducir o parar su consumo eléctrico en caso de que una emergencia amenace con provocar un apagón (interrumpibilidad).

El centro de Cee recibió tras la última subasta unos 26 millones de euros al año por este concepto, lo que la convierte en "la planta más beneficiada de España" por los menores costes energéticos que soporta, según recoge el acta del preacuerdo firmado por empresa y sindicatos el pasado sábado en Madrid. Pese a esto, los directivos de Ferroglobe en España, liderados por Pedro Larrea, defendieron en la reunión que la división de energía "no contribuye prácticamente en nada a los resultados". El año pasado -muy seco en su segunda mitad-, la venta de energía tuvo un resultado de explotación de 2 millones frente a los 10 de las ferroaleaciones. En 2015 -el año más seco de los últimos ocho y con la primavera menos lluviosa de los últimos 25- produjo 6 millones por los 28 de las fábricas. "La energía no salva ni puede salvar los empleos de ninguna fábrica", alegan los directivos, en referencia a la aportación de las hidroeléctricas a los resultados del grupo.

La compañía reconoce sin embargo la "relevancia" del peso que el precio de la luz tiene en su actividad -y que ve rebajado también con los ingresos de las centrales-. Asume un precio por megavatio y hora (MW/h) de 50 euros, más del doble que el que paga en Francia, donde la industria ha pactado 20 euros por MW/h con el Gobierno para los próximos quince años, y un 43% más que en Estados Unidos y Canadá (de menos de 35 euros).