Bonilla a la Vista cumplió este año 85 primaveras y la que viene su fábrica de Arteixo alcanzará la treintena con unas instalaciones renovadas. Los Bonilla acaban de completar una inversión de medio millón de euros para duplicar la capacidad de producción de patatas fritas, incrementar su calidad y mejorar la comodidad de los trabajadores, como explicaba en una reciente entrevista en LA OPINIÓN A CORUÑA el hijo del fundador de la casa, César Bonilla Vázquez.

La fábrica de Arteixo, inaugurada en 1988 con 1.000 metros de superficie permitió industrializar la elaboración de las célebres patatas fritas que César Bonilla elaboraba de forma artesanal en la primera churrería que abrió en A Coruña, en la calle Orzán, a finales de los años cuarenta.

La inversión realizada -equivalente el incremento de la facturación del último año- ha permitido ampliar la factoría hasta los 3.400 metros cuadrados que ocupa actualmente e instalar un nuevo tren de frito, dotado de un "ojo mágico", que detecta y permite descartar al momento las patatas que presenten manchas o estén quemadas y que hasta ahora se seleccionaban a mano. El proceso ahora es mucho más exigente, según explica Fernando Bonilla, director general de la firma, que añade que el objetivo de las obras era mejorar la calidad del producto, que ya se vende en establecimientos delicatessen de diversas ciudades de Europa, América y hasta Asia.

Con la ampliación, Bonilla a la Vista tiene capacidad para duplicar su producción, de más de cinco toneladas diarias, aunque la irá aumentando en función de las necesidades del mercado.

Las ventas crecieron un 11%

Epagal, que es el nombre de la sociedad titular de la factoría cerró el año pasado con 4,1 millones de euros de facturación, un 13,8% más de lo obtenido el ejercicio anterior (3,6 millones). Agrupa la elaboración de patatas y los 26.000 churros que se distribuyen desde ella cada día por la provincia y algunas ciudades de España. Las siete churrerías que la empresa familiar tiene en A Coruña generaron por su parte unas ventas de 2,8 millones de euros, un 7,6% más que en 2015 (2,6 millones), así que en conjunto, la empresa aumentó su cifra de negocio un 11% en el último año. El negocio no ha dejado de crecer en los últimos ejercicios.

El negocio internacional de Bonilla, explica su director general, empezó con gallegos o conocidos de la familia que tienen establecimientos en países como Panamá, Francia, Reino Unido, Holanda, Italia, Estados Unidos (Boston y Nueva York), aunque cada vez más aparecen compradores nuevos, como los llegados desde Corea del Sur, donde las patatas se han convertido en una auténtica sensación. Los importadores visitaron la fábrica de Sabón tres veces hasta que cerraron el trato e hicieron una intensa campaña de publicidad con personajes conocidos en la televisión coreana que causó furor.

"Un día me llamó un cliente de Barcelona para contarme que había entrado un grupo de chinos en su tienda y se habían hecho fotos con las latas y luego se las llevaron todas. Ya se lo dije; no eran chinos; eran coreanos", explicaba divertido a este diario César Bonilla durante la entrevista. El célebre cocinero español en Estados Unidos José Andrés ha incorporado las patatas Bonilla a la Vista a su negocio.