El nuevo Euribor se resiste. La reformulación de esta tasa de referencia en la zona monetaria del euro iba a entrar en vigor en el verano de 2016, luego se aplazó a 2017 y ahora se ha vuelto a posponer hasta 2018 o enero de 2020.

El Euribor (acrónimo de Euro Interbank Offered Ratees) es el índice de referencia más común para determinar los tipos de interés de la generalidad de los créditos en la eurozona (es la tasa más habitual, por ejemplo, en los préstamos hipotecarios en España) y también para establecer la remuneración de los depósitos bancarios. Nació en 1999 y nunca fue cuestionado hasta que el descubrimiento de las manipulaciones fraudulentas realizadas entre 2005 y 2007 por algunos grandes bancos generó un escándalo de proporciones continentales. El cambio de metodología en el que se está trabajando persigue precisamente dificultar la manipulación de la tasa en beneficio de los prestamistas.

El Euribor lo calculaba la Federación Bancaria Europea con los datos aportados por las 64 entidades financieras más importantes de la zona del euro sobre el tipo de interés medio de contado para las operaciones de depósito de euros a plazo de un año y al que los bancos están dispuestos a prestarse entre sí.

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El fraude fue posible porque los datos con los que se calcula el Euribor proceden de una encuesta a los bancos sobre el tipo de interés al que accederían eventualmente a prestarse entre sí y no reflejan por ello las tasas a las que se formalizaron operaciones auténticas. De aquí que el nuevo Euribor se estaba diseñando como una media de transacciones reales, con lo que se pretendía dificultar los manejos turbios y favorecer que el dato resultante fuese una expresión mucho más fiel de la realidad del mercado.

Pero esta segunda fortaleza (que sea un indicador más fidedigno) es lo que ha torpedeado su implantación porque hoy la economía, intervenida por los bancos centrales, se mueve en un mundo inverso: se ha traspasado el espejo de Alicia y el préstamo bancario ha entrado en el terreno de los tipos de interés negativos, una posibilidad que estaba descartada en muchos manuales porque supone la perversión de que el prestamista remunere al prestatario, lo que la humanidad no había conocido hasta ahora.

Con los tipos oficiales en el 0%, y con la tasa de depósito para los bancos en niveles negativos (las entidades tienen que pagar el 0,4% por depositar su liquidez sobrante en el BCE), el Euribor basado en estimaciones hipotéticas lleva en tasas negativas desde febrero de 2016 y no se puede calcular la tasa real porque los bancos, en esas circunstancias, no se prestan entre sí a un año, que es el plazo al que se fija el Euribor: lo hacen como máximo a tres meses y con exigencia de aportación de garantías. Así que ahora se va a intentar un mecanismo de cálculo híbrido.