En la recta final de la segunda recesión, cuando en España empezaban a verse ya los primeros rayos de luz tras el largo túnel de la crisis, políticos y analistas se enzarzaron en un acalorado debate sobre la relación entre crecimiento económico y creación de empleo. ¿Cuánto tenía que avanzar el Producto Interior Bruto (PIB) para que la ocupación cogiera ritmo de crucero? Los hechos demostraron que el famoso 2% pecaba de optimismo. El país roza los niveles de riqueza previos al pinchazo de la actividad y, sin embargo, el mercado laboral carece del vigor de aquellos años. A pesar de que la ministra de Empleo, Fátima Báñez, insistía hace solo unos días en que se recuperó el 60% de los puestos perdidos, la verdad es que "apenas representa poco más de la tercera parte", según el balance publicado por la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas). En Galicia la diferencia es incluso un poco menor. Un 20%, solo uno de cada cinco, como también confirman los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE).

Los tiempos de bonanza impulsaron el número de ocupados en la comunidad hasta los 1,2 millones en el tercer trimestre de 2008. Fue el máximo histórico. A partir de ahí, con las oscilaciones típicas de la campaña de verano y Navidad, el empleo entró en caída libre, hasta que durante el primer trimestre de 2014 alcanzó otro récord. Pero a la inversa. El mínimo, con alrededor de 983.000 ocupados.

Entre 2009 y 2013, en Galicia desaparecieron más de 200.000 empleos, cerca del 20% del total. O, dicho de otra forma, el equivalente a todos los ocupados que hoy suman Lugo y Ourense.

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Entre 2014 y 2016, la ocupación remonta. ¿Cuánto? En algo más de 40.000 personas. Para llegar a las cifras de 2008, por lo tanto, falta el 79% de los trabajos perdidos.

La comparación temporal llama la atención. Galicia acumuló 66 meses de númer os rojos en el mercado laboral, a una media de 3.030 empleos destruidos en cada uno. Van 33 meses al alza con unos 1.290 nuevos ocupados mensuales. Se crea trabajo a la mitad de la velocidad con la que se perdió a pesar de que el PIB de la comunidad se mueve a un 3% de incremento anual. De seguir así (y hay que tener en cuenta que el crecimiento económico entrará en tasas más bajas), Galicia necesitaría una década para recuperar a los 1,2 millones de ocupados.

Y no en todas las edades ha dejado de destruirse empleo. Los jóvenes fueron el segmento que más sufrió la merma laboral durante los años de crisis -el 85% de los puestos eliminados estaban cubiertos con gallegos de menos de 34 años- y son los que deambulan por una recuperación más lenta. Entre los 16 y 19 años, frente a la caída de 12.000 ocupados hasta 2013, el incremento desde entonces es de solo 1.000. De 20 a 24 años se redujeron 40.100 puestos y en estos tres últimos ejercicios repuntaron únicamente 600. La peor parte se la lleva la franja que va de los 25 a los 34 años, donde no cesan los números rojos: 122.000 puestos destruidos en la doble recesión y 10.700 menos también entre 2014 y 2016. Aquí entra en juego el envejecimiento: cae la ocupación por los mismos problemas económicos que en el resto, pero también porque cada vez hay menos población de esa edad. Por eso también en las siguientes edades, a pesar de las dificultades de los parados mayores para volver a entrar en el mercado, la variación al alza es intensa. Entre 45 y 54 años, con 5.900 puestos menos hasta 2013, la ocupación suma ahora 17.400; y 20.100 en los de más de 55 años, que incluso en la crisis sumaron 1.500 ocupados.