El economista Santos M. Ruesga presentó el lunes en el Colegio de Economistas de A Coruña el libro ¿Cobraremos la pensión?, en el que analiza junto a Borja Suárez Corujo y Valeriano Gómez el sistema público de pensiones español. Este experto cree que debería garantizarse el poder adquisitivo de los pensionistas en el futuro para evitar que haya jubilados por debajo de los umbrales de pobreza y lamenta el debate "reduccionista" de las pensiones centrado sólo en el gasto.

- El título es ¿Cobraremos la pensión? . ¿Cuál es la respuesta?

-Sí. Y lo siguiente es otra pregunta: ¿Cuánto? Es lo que analizamos en el libro. No dudamos de que seguirá habiendo un sistema de pensiones públicas, pero el debate está en cómo se configura y cuánto cobrará el futuro pensionista. Es un debate básicamente político.

- En el cuánto vamos a cobrar influirá mucho la edad de quién pregunte. No será igual si tiene 50 años, 20 o 30, ¿no?

-Claro. Si no cambia nada, y tal y como está el sistema desde la última reforma del Gobierno de Mariano Rajoy en 2013, a medida que pasen los años los pensionistas cobrarán menos porque el sistema busca el equilibrio financiero entendiendo que los ingresos son estables (no hay forma de elevarlos) y los gastos van a ser crecientes porque el número de pensionistas aumentará. Mismos ingresos y más personas a repartir, bajan la paga media. La persona de 50 años cobrará menos que la de 60 pero más que la de 30 o 40. Es un modelo de pensiones decrecientes en el poder adquisitivo.

- Entonces no es la solución ideal, para los ciudadanos al menos, al déficit del sistema.

-Es una solución reduciendo el valor de las pensiones. Ante esa situación habría dos soluciones: elevar los ingresos o reducir el gasto. Pero la reforma de 2013 considera fijos los ingresos y busca reducir el gasto, con dos componentes básicos: el número de pensionistas y la cantidad que cobran. Como el número de beneficiarios va a subir, baja la pensión media. Con seis millones de pensionistas más pero una pensión media un 40% inferior se ajustan a los ingresos, que no varían. Es una solución, pero hay otras.

- ¿Y la mejor solución?

-La clave es esa, ¿esta solución nos gusta? Hay que verlo, buscar fórmulas con las que elevar los ingresos, porque es posible. Nos han vendido la idea de que el equilibrio financiero es una especie de mantra donde los ingresos son algo dado y hay que ajustar los gastos, y no es verdad. Los ingresos se pueden alterar, la clave es ponerse de acuerdo sobre qué ingresos nutren las pensiones públicas. La otra solución que nos dan, donde está el debate, es: "Búsquese usted la vida".

- Complementarla con un plan privado?

-Claro. Si usted va a cobrar una pensión pública un 40% inferior se buscará la vida en los sistemas privados de ahorro. Pero lo hará si tiene capacidad de ahorro. Si no la tiene, va a ser difícil. ¿Qué proporción de familias podría complementar ese 40%? No tanta. Ese modelo de equilibrio financiero dejará a una parte muy importante de la población jubilada con un nivel de renta por debajo de los umbrales de pobreza y va a agudizar la desigualdad de renta, ya relativamente alta.

- Va a haber cada vez más pensionistas pobres. ¿Qué habría que hacer para evitarlo?

-Es preocupante en un país en el que en los últimos 30 o 40 años el sistema público de pensiones jugó un papel muy importante. En esta crisis ha sido básico para mantener una cierta cohesión y paz social. Jugar con un sistema de equilibrio, de cohesión social como este (y si hablamos de Galicia, mucho más importante) es peligroso.

- Con la crisis muchas familias con miembros en paro vivieron de la pensión de los abuelos...

-Las únicas rentas se han mantenido más o menos en la crisis son las pensiones. El resto cayó en términos reales. Son un elemento clave de cohesión social y territorial. Galicia, por ejemplo, tiene una fuente muy importante de sus recursos de renta a través de las transferencias del sistema de pensiones. Y como Galicia hay otras comunidades.

- Porque Galicia es muy deficitaria en cuanto a ingresos.

-Sí. Galicia y otras comunidades tienen su población muy envejecida y el sistema de pensiones de reparto que tenemos es bastante equitativo. En Galicia la renta per cápita respecto a la media española es de algo más del 60%, pero por renta disponible, con las transferencias, incluidas las pensiones, supera el 70%. Son 10 puntos de diferencia. Es lo que está en juego. Si cada territorio pagase su pensión el desequilibrio territorial sería tremendo.

- ¿Qué le parece la propuesta de pagar pensiones, como las de viudedad, vía impuestos?

-Aquí hay dos debates: uno, si las pagamos con impuestos, que puede ser una fórmula, y la otra, ¿cuánto se paga? Porque detrás de la hipótesis de pagar con tributos está convertirla en una pensión no contributiva, que llegue a ser una prestación de las mínimas, una pensión asistencial, y eso hay que discutirlo. Yo no estaría de acuerdo.

- Al pasarlas a no contributivas se busca reducir el gasto, ¿no?

-Sí, claro. Pero hay que ver en términos de equidad, de justicia, lo que dice la Constitución? Hacer todo en función del gasto es reduccionista, que es lo que se hizo desde 2013. ¿Cuál es el resultado, que hay que poner más dinero? Bueno, pues discutámoslo. ¿Por qué no podemos estar de acuerdo en poner más dinero para que las pensiones mantengan el poder adquisitivo que tienen ahora? Nos han introducido en esa dialéctica perversa en la que ya solo se discute el gasto.

- Las cotizaciones nutren a la Seguridad Social y ahora que empieza la recuperación la patronal ya pide bajarlas para incentivar la contratación. El mundo al revés; no se habla de elevar los ingresos, todo lo contrario.

-Claro. Podría estar de acuerdo en que se rebajen, pero que suban por otro lado. Hay que encontrar un equilibrio. Si en 2050 vamos a tener quince millones de pensionistas en vez de nueve, debemos elevar la aportación para pagar esas pensiones. ¿Cuánto pagamos ahora? El 11,6% del PIB. En 2050, ¿cuánto tendríamos que aportar? El 13,5% del PIB. Es un esfuerzo un poco mayor, pero digámoslo claramente, ¿queremos hacerlo o no? Si queremos que los pensionistas tengan la misma prestación que ahora en cuanto a poder adquisitivo hay que hacer ese esfuerzo adicional.

- ¿Y si decidimos hacerlo?

-Viene la segunda pregunta: ¿Cómo lo hacemos? Ponemos un impuesto, aumentamos las cotizaciones? Pero lo fundamental es ponernos de acuerdo en la primera parte. En cómo hacemos elevar los ingresos será fácil llegar a acuerdo. Los ingresos nadie dijo que tengan que ser de cotizaciones. El sistema se nutre en un 10-12% de transferencias del presupuesto del Estado, no cotizaciones, unas transferencias que en Alemania llegan al 25%.

- Hay preocupación por la hucha de las pensiones, que se agota. ¿Se aumentarán esas transferencias del presupuesto?

-Eso es colateral. La hucha de las pensiones no deja de ser una forma de transferencia del Estado. Lo que ocurría es que en años con superávit, el Estado en vez de absorberlo, lo metía en un fondo. No es muy distinto a que en años de déficit sea el Estado el que haga una transferencia. Si hubiésemos subido el tipo de cotización cuatro puntos seguiría habiendo superávit y la hucha estaría perfectamente nutrida. Lo que ocurrió es que al Gobierno le fallaron todas las previsiones, los ingresos cayeron brutalmente y ha ido usando, en vez de buscar otras vías de financiación, lo ahorrado.

- Es una decisión política, tirar de la hucha y no de alternativas.

-Exacto. De hecho este año, para no agotar el fondo, porque da la sensación como que se acaba el mundo, se emitirá deuda. Al final es lo mismo desde el punto de vista económico, ingresos que tiene el Estado y que usa de una forma u otra. Tienes un gasto y puedes financiarlo por distintas vías, que no son iguales ni neutras, y discutibles. Es lo que hacemos en el libro, analizar las distintas fórmulas. Hay un debate técnico, pero sobre todo político, que afecta a la redistribución de la renta. Pero la clave es si mantenemos el nivel de las pensiones.

- Entiendo que la mayoría de la población diría sí.

-Sí, pero entre la mayoría de la población hay bancos, aseguradoras, gente a la que le interesa captar parte del ahorro. Si dejamos la tendencia actual del sistema público de pensiones, reduciendo el poder adquisitivo, habrá gente que tenga capacidad adquisitiva suficiente para meter parte de su ahorro en planes privados y financiar sus pensiones futuras. Y el sector financiero y asegurador está muy interesado en ese núcleo de ciudadanos. Parte del debate es por intereses económicos: "No me modifique el poder adquisitivo de las pensiones porque así los que puedan dedicarán una parte de su ahorro a unos productos que para el sistema financiero y las aseguradoras son muy rentables".

- Digamos que dicen: "No me cambie usted el sistema que me revienta el negocio".

-Efectivamente, no quería decirlo así pero lo ha dicho usted muy claro.

- Cualquier persona que piensa en jubilarse se pregunta: ¿Cuándo podré hacerlo? ¿Se mantendrá en los 67 años o será más tarde, para reducir el gasto?

-Lo normal, si las cosas funcionan como en los últimos años, es que podamos jubilarnos más adelante, pero lo razonable, que es un término muy subjetivo, es que sea flexible. No es lo mismo un catedrático de universidad, como yo, que vive razonablemente bien, con una vida tranquila y sin mucho esfuerzo, que alguien que lleva 40 años subido a un andamio. Probablemente iremos a una reforma flexible de la edad jubilación. No pasa nada por tener jubilados a los 65 años y a los 70 a la vez, pero lo normal es que la media converja por encima incluso de los 67 años. Hay mucho que discutir, como en la compatibilización de trabajo y jubilación o combinar jubilación a tiempo parcial con trabajo. La primera cuestión es garantizar un cierto nivel, más o menos el que hay ahora, de pensión pública en términos de poder adquisitivo. A partir de ahí se puede discutir todo lo que se quiera.