Galicia perdió en los últimos ocho años 141.700 ocupados de entre 16 y 35 años, según los datos publicados por la Encuesta de Población Activa (EPA). En ese mismo intervalo de tiempo aumentaron en casi 40.000 las pensiones a abonar, en su mayoría de jubilación, lo que ha contribuido a agravar el reto demográfico, con más población dependiente y menos fondos para hacer frente a sus necesidades. Otro dato: desde 2009 el gasto en pensiones repuntó en 2.750 millones de euros, un incremento del 28%, mientras que la recaudación del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF, en el capítulo de retenciones por actividades profesionales) apenas varió. En 2009 se recaudaron 2.256 millones en Galicia; en 2015 (último ejercicio con información cerrada anual), fueron 2.244 millones de euros. El gasto aumenta y la renovación generacional no es capaz de absorberlo porque sus ingresos menguan: los menores de 35 años cobran menos de media que los pensionistas, y la diferencia crece según pasan los años. A modo de resumen, los sueldos para el primer grupo se quedan de media en los 826 euros al mes, por los 997 euros de las pensiones.

La Agencia Tributaria respalda con su estadística (sobre la declaración realizada en 2016) esta realidad. Los 791.477 contribuyentes gallegos que perciben una pensión pública (jubilación, viudedad, incapacidad permanente, orfandad o de favor familiar) perciben de media al año 11.975 euros, mientras que los jóvenes de entre 18 y 35 años se quedan a las puertas de los 10.000 euros (9.915). Es una diferencia en favor de los primeros de casi el 18%.

Como han constatado los expertos Carlos García-Serrano y José María Arranz en un estudio para la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), "en los años recesivos, las reducciones de salarios han sido más fuertes en puestos ocupados por trabajadores con menos experiencia y antigüedad", de ahí que los ingresos declarados de los menores de 35 años hayan disminuido un 12% desde el estallido de la crisis económica. "Los incrementos de los sueldos fueron más elevados en la parte alta de la distribución salarial", puesto que no ocupan generalmente los más trabajadores jóvenes.

De hecho, hasta 2011 los trabajadores de entre 18 y 35 años sí ingresaban más dinero al año que los pensionistas, con un diferencial a favor de los primeros del 3%. Fue ahí, en 2011, cuando cambió la tendencia, sobre la que advierten diversos analistas expertos en economía aplicada. Es más, justo antes el estallido de la doble recesión en Galicia (2009) los más jóvenes ganaban un 15% más que los beneficiarios de una prestación pública, con 11.891 euros para los primeros y 10.064 para los segundos.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) también se ha preocupado por esta situación y advirtió en uno de sus últimos informes sobre la economía estatal que el salario de los jóvenes españoles pasó de los 1.210 euros de 2008 a los 890 euros en 2013. En gran medida, como resaltó el organismo internacional, esa caída se debe a la gran dificultad para encontrar un empleo estable, para lo que suelen tardar hasta seis años (frente a los dos de los daneses, por ejemplo).

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Como muestra el Instituto Galego de Estatística (IGE), en 2009 el 15% de los ocupados menores de 35 años estaba empleado en una jornada parcial, porcentaje que en el primer trimestre del año en curso ha subido al 23%. Y otro dato más: la mitad de los asalariados de menos de 35 años en Galicia tiene un contrato temporal.

Según el mismo estudio elaborado por García-Serrano y Arranz "durante el periodo expansivo (crecimiento económico en España y Galicia) la participación de los jóvenes y de los empleados en sectores como la construcción aumentó y el número de trabajadores con contratos temporales y en puestos de baja cualificación también creció", y fueron los primeros en sufrir las consecuencias de la recesión económica. La mayor parte de los jóvenes ocupados (74%) está empleado en el sector servicios, con salarios inferiores a los de la industria o la construcción. Mientras tanto las pensiones solo estuvieron congeladas en 2011 y en los últimos años experimentaron una revalorización acumulada del 7%.