Catedrático de la Universidad de Valencia y especialista en historia económica, Jordi Palafox hace en su última obra Cuatro vientos en contra (Pasado & Presente, 2017) un análisis del presente y futuro de la economía española tras la crisis.

- Plantea cuatro vientos de cara como cuatro retos de la economía española para sobrevivir. China le preocupa por su supremacía industrial y porque es un modelo no democrático.

-La primera potencia nunca es el modelo y las cosas son como son, no como nos gustaría que fueran. Con la revolución tecnológica se pueden producir bienes en cualquier lugar del mundo en función de las ventajas que tienen para las empresas. Como España es muy poco importante dentro de la inversión exterior china no nos damos cuenta de su importancia. Pero hay 700 millones de personas que pueden producir los mismos bienes que aquí. Lo único que no se puede deslocalizar es la tienda o el bar de la esquina. El resto, sí. Podemos vernos en la situación de que España no tenga sitio en el mercado global.

- Pero en China los costes laborales y de fabricación también han subido. Hay una necesidad de la población de vivir mejor. Además, se pueden poner aranceles para evitar esa competencia.

-Eso puntualmente puede solucionar el problema pero no globalmente. China incrementará su nivel de vida y sus salarios pero todos los países de su entorno están dispuestos a recoger el testigo, fabricando lo que deje de ser competitivo hacerlo allí. En esa zona -sudeste asiático- vive la mitad de la población. Son las mismas multinacionales las que quieren producir allí.

- ¿Y para nosotros no puede ser un mercado al que exportar?

-De eso se trata. Pero hay otros países que pueden hacerlo de una manera mucho más barata. No se me ocurre ningún producto típico en el que en España podamos ser más competitivos. Los chinos saben copiar, pasó hasta con los jamones de Jabugo. ¿Por qué Apple fabrica sus móviles en China? En China hay un millón de trabajadores montando el iPhone y en EEUU el grupo de Tim Cook tiene, según declara a la SEC, 48.000 en nómina.

- Habla de tres momentos de disrupción en la historia de la economía. Finales del siglo XVIII con la Revolución Industrial, la sustitución de Gran Bretaña por EEUU como primera potencia y la actualidad en la que China es la primera economía del mundo. Donald Trump acaba de romper el tratado del TTIP. ¿No nos beneficiará?

-Ha habido momentos en la historia de retroceso del libre comercio como el periodo de entreguerras. Pero dudo que Trump vaya a destruir el capitalismo. La economía está montada de una manera que o la desmontas por completo o es imposible cambiarla. Dudo que los americanos estén dispuestos a pagar más por productos que pueden ser más baratos. Tras los ataques a México con el muro, Trump provocó una devaluación del peso del 15%, lo que encareció las exportaciones a este país -su segundo socio comercial- ese 15%. El problema es que me temo que vamos hacia una guerra fiscal. Y si entramos en ella arrastrados por Trump y el Brexit, el sistema de bienestar está gravemente amenazado.

- Y ahí es donde cobra fuerza su tesis sobre el fin del Estado-nación y la necesidad de instituciones transnacionales que afronten estos problemas.

-Efectivamente. Y me sorprende que los partidos que han sido internacionalistas, de repente ahora sean nacionalistas cuando la economía es más global que nunca. El producto ya no es made in Spain. La denominación más estricta del made in France, que son los más exigentes en este requisito, solo requiere que el 50% del producto esté hecho en Francia. Realmente, ¿ese producto es francés? En un mundo global las multinacionales se mueven globalmente y un país aislado poco puede hacer. Pero los políticos nacionales no quieren perder soberanía con instituciones supranacionales para actuar de manera global.

- Plantea que España ya no puede competir en bajos salarios. Pero el éxito del milagro económico de los 60 fue ese.

-El mundo hoy ha cambiado. Están el Este de Europa y Asia. Y hoy en día te envían un contenedor desde cualquier parte en muy pocos días y a costes muy bajos. Si queremos competir en costes con estos países tendremos que bajar los salarios y desmantelar el estado del bienestar. O fabricar productos que ellos no pueden tener. ¿Qué significa eso? Pues significa apostar por los servicios. ¿Por qué no apostamos por un corredor de fibra óptica para poder exportar, por ejemplo, los mejores diseños o asesoría a empresas?

- Una de sus tesis es que las exportaciones españolas no lo son en realidad porque el producto no se fabrica en España, sino en países como China o Bangladesh.

-Es una de las cosas que han cambiado, como la valoración del PIB que no se sabe bien cómo calcularlo. Hay economistas que llegan a definir el PIB como un arma ideológica. Igual que el PIB per cápita no refleja el bienestar de un país, el comercio exterior tampoco es la imagen de la demanda de la producción de una nación. Hoy en la exportación del automóvil español el 46% son importaciones previas.

- ¿Qué sectores servicios se deberían fomentar en España para mejorar la competitividad?

-No sé qué sector servicios. El libro plantea que frente a los políticos que pretenden saber qué es lo que hace falta, lo que hay que buscar es que todas las iniciativas puedan tener recorrido, dentro de una política de igualdad de oportunidades.

- Eso va contra la apuesta por la reindustrialización.

-Absolutamente. La apuesta por la reindustrialización es el intento de los sectores industriales de conseguir ayudas para mantener su competitividad. Si comparas el sector industrial español con el sector servicios, gana el industrial. Pero es que el sector servicios que tenemos no es el único posible. La pérdida de peso industrial en todo el mundo es generalizada. No es posible la reindustrialización, hay que buscar un círculo virtuoso de empresas de alta productividad, de servicios o de industria, que generen empleo. Estén en el sector que estén.

- Culpa de la situación de mayor desigualdad a las políticas del Gobierno de Rajoy y a la actitud de Zapatero de dedicarse a dar ayudas sin tener en cuenta la renta como el cheque-bebé .

-Mientras aquí vivíamos en una burbuja, el mundo cambiaba a gran velocidad. En el caso del PP, he dicho muchas veces que no había ningún Gobierno del signo que fuera que hubiera podido hacer cosas diferentes aunque sí de manera diferente. Las cosas que se han hecho se tenían que hacer -reforma laboral o rescate bancario- pero se podían haber hecho de manera distinta. Es inadmisible pedir sacrificios, esfuerzos, algunos brutales, al conjunto del país y que no paren de aparecer casos de corrupción. Hubo una reducción brutal del gasto social y una amnistía fiscal con un coste ridículo para el defraudador: un 3% del valor del capital evadido. Pero ojo, con la crisis la recaudación cayó de manera drástica, sobre todo el impuesto de sociedades, y lo que parecía posible dejó de serlo.

- La recaudación del impuesto de sociedades sigue por los suelos. Para 2017 se prevé la mitad que antes de la crisis.

-Porque muchas de las grandes empresas van delante de los ciudadanos en la política conservadora del Gobierno. En el último capítulo del libro explico el poder de algunos sectores económicos. Muchos artículos académicos demuestran que las empresas pagan más cara la electricidad que en la mayor parte del resto de Europa. Y eso aumenta los costes. ¿Por qué? No es casualidad que muchos políticos pasen a los consejos de las eléctricas. ¿Por qué esos políticos no acaban en multinacionales de otros sectores, como la distribución comercial?

- Con el PIB actual, en 2007 España era la octava economía del mundo. Ahora es la decimoquinta. ¿No es una contradicción? ¿O es que el mundo es más rico?

-El problema es cuándo volvió la economía española a niveles de 2007. Hay países que hace ya varios años que lo hicieron.

- ¿Y cómo es posible recuperar el PIB de 2007 este año y tener tres veces más paro?

-Claro, el PIB no refleja el bienestar. ¿A mí qué si tenemos el PIB de 2007 y un paro del 17%? Ahora el Gobierno no dejará de repetirlo equiparando alza del PIB con bienestar. El problema de la economía española es su gran dificultad para crear empleo, sobre todo cualificado. Se habla mucho de la cualificación de los trabajadores, pero no de la de los empresarios, que son los que crean empleo.

- ¿Y los políticos? ¿Qué papel tienen o han tenido?

-Los ciudadanos deben dejar de confiar en los políticos tradicionales y organizarse ellos mismos. Nadie les va a solucionar el problema del precio de la electricidad. Las sociedades latinas estamos demasiado acostumbradas a delegar y que nos arreglen los problemas. Los nuevos movimientos son consecuencia del reparto de la tarta de los partidos tradicionales. Éstos han exigido una paciencia sobrehumana a los ciudadanos, en especial a los más afectados por la crisis.