La noticia de que Banco Santander compraba Banco Popular no fue suficiente para que la fuga de depósitos cesase el mismo día 7 de junio en que se cerró la operación. El banco que preside Ana Patricia Botín tuvo que inyectar 13.000 millones de euros nada más llegar en una transferencia en efectivo sin precedentes, según publicó ayer El País.

La entidad que hasta el día 7 lideraba Manuel Saracho sufría una auténtica sangría de fondos de depositantes que temían perder su dinero. El volumen medio en los primeros días de junio llegó a los 2.000 millones de euros diarios y el día 6 fue todavía mayor. El consejo de administración del Popular solicitó la intervención al Banco Central Europeo (BCE) ante el convencimiento de que no disponía de liquidez para abrir las oficinas el día 7.

El Santander inyectó 13.000 millones de euros el mismo día que firmó la compra para atender todas las peticiones y frenar la sangría de efectivo. Es una de las mayores transferencias de dinero realizadas en España en tan poco tiempo, según fuentes próximas a la operación. La salida de depósitos no se frenó hasta el viernes y se detuvo el lunes 12. El País también relata que el Popular empezó a preparar una declaración de concurso de acreedores como alternativa a la venta, lo que hubiera hecho perder los depósitos de más de 100.000 euros y pondría en peligro el Fondo de Garantía de Depósitos, con 30.000 millones de euros a los que hacer frente.