El Expediente de Regulación de Empleo (ERE) presentado por el Banco Popular el año pasado se cerró el pasado viernes con la salida de 2.592 trabajadores, tres semanas después de que la entidad fuera sometida a un proceso de resolución y, posteriormente, vendida a Santander.

En el marco de su proceso de reestructuración, la entidad había anunciado su intención de reducir la plantilla total del banco, que ascendía a unos 14.935 empleados, en unas 2.900 o 3.000 personas, lo que suponía un 20% del total de trabajadores. Esta cifra quedó finalmente reducida a 2.592 empleados, el 17% del total.

Concretamente, 1.127 trabajadores menores de 55 años salieron de la entidad por baja indemnizada o voluntaria. Del resto, cien eran empleados de entre 55 y 57 años, 200 de entre 58 y 59 años y 1.165 de edades comprendidas entre los 59 y los 61 años.