"Quieren experiencia pero no me dejan empezar a tenerla". La frase retumba en muchos hogares gallegos que cuentan con jóvenes que se disponen a buscar empleo. En el mejor de los casos, encuentran uno que tiene que ver con su formación, pero no es el que esperaban. En el peor, aceptan un trabajo con el que salir adelante pese a tratarse de un contrato de los llamados "basura". La tercera vía, la más drástica -y dramática- es la de emigrar.

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En Galicia hay en la actualidad 67.514 jóvenes que ahora se encuentran en el paro. La otra cara de la moneda es que unos 308.000 gallegos de menos de 35 años cotizan a la Seguridad Social, pero la comunidad perdió en los últimos ocho años 141.700 ocupados de entre 16 y 35 años, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA).

A todo ello hay que sumar que en ese mismo intervalo de tiempo aumentaron en casi 40.000 las pensiones a abonar, en su mayoría de jubilación, lo que ha contribuido a agravar el reto demográfico, con más población dependiente y menos fondos para hacer frente a sus necesidades. Y desde 2009 el gasto en pensiones se ha elevado en 2.750 millones de euros, un incremento del 28%.

Este cóctel ha llevado a que los jóvenes gallegos cobren de media un 18% menos que los pensionistas, 9.915 euros al año por los 11.975 de las pagas, tal y como publicó este diario recientemente.

Un grupo de jóvenes gallegos que trabajan en empleos diversos y con diferente formación cuentan su experiencia sobre el reto que fue para ellos encontrar un puesto de trabajo y la situación en que se encuentran sus allegados.

Entre las muchas reflexiones que dejan, una llama poderosamente la atención: confirman el dato de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que advierte de que los bajos salarios se deben a la gran dificultad para encontrar un empleo estable, para lo que suelen tardar hasta seis años (frente a los dos de los daneses, por ejemplo). Esto provoca que los jóvenes españoles pasasen de cobrar 1.210 euros de media en 2008 a solo 890 euros en 2013.

Sorprendidos y preocupados por estos datos, algunos de ellos proponen una serie de medidas para intentar mejorar la situación. Entre otras, consideran necesarias más ayudas para que los emprendedores jóvenes inicien su andadura laboral por su cuenta, sin tener que lidiar con "largos trámites burocráticos" que no hacen más llevadero el fuerte desembolso inicial que precisa un negocio. De igual forma, también estiman necesario el "apoyo a los empresarios" para fomentar una contratación que deje de lado los "empleos basura".

"Lo que pedimos es que se apueste por nosotros", sentencia Daniel Noal, un vecino de Porto do Son que pasó por varios puestos de trabajo antes de asentarse como fisioterapeuta, su vocación. Mientras, María Abal compagina dos puestos de trabajo relacionados con su formación -es diplomada de Magisterio Infantil- para poder salir adelante. Además va más allá: "Si los jóvenes tardan tanto en buscar un trabajo estable no van a formar una familia y decidirse a tener hijos".

Ambos tienen menos de 30 años y sus casos son los más favorables. De hecho, el 83% de los jóvenes gallegos estaría dispuesto a buscarse las castañas fuera del país, según el III Informe Young Business Talents sobre tendencias y actitudes de las personas preuniversitarias. Es algo que hizo Hugo Amoedo, que ahora mismo se encuentra en Galicia trabajando en el sector audiovisual pero que vive a caballo entre la comunidad gallega y la capital de Europa, Bruselas.

"Cuando no encuentras un empleo de lo que has estudiado, de lo que te gusta, acabas en otros trabajos porque tienes que vivir de algo", indica Alba Guizán, que como los tres ejemplos anteriores tiene un nexo común con otros como Daniel Álvarez Fraga o Cristian Fernández: la dificultad a la que se enfrentan los jóvenes gallegos para encontrar trabajo y todo lo que eso lleva aparejado, desde la imposibilidad de emanciparse hasta la baja de cotización de cara a una futura pensión, pasando por, como señala Abal, las dificultades para formar una familia.