La Bolsa de Fráncfort se convirtió ayer en el farolillo rojo de los parqués europeos. La razón es simple: Alemania es la mayor exportadora de Europa y, si el euro sube, los bienes y servicios que factura en el exterior son más caros al cambio. Y esto fue lo que sucedió ayer, porque la divisa europea se anotó su nivel más alto desde el 2 de enero de 2015 (más de 1,20 dólares). Cuanto más dependa una economía del sector exterior, más expuesta está al baile de las divisas. Galicia es una de las comunidades más exportadoras, con una facturación al extranjero que representa más del 7% del conjunto de España y un volumen de ventas superior a los 20.000 millones anuales. Teniendo en cuenta que el peso de la economía gallega en la española apenas alcanza el 5,2%, la cuota exportadora supera holgadamente su tamaño. Un euro fuerte desafía las ventas y la competitividad de industrias como la automoción, textil, pesca o la piedra natural. Todas las Bolsas europeas cerraron ayer con pérdidas.

El desencadenante que propició la subida del euro ayer (en lo que va de año se ha revalorizado un 15%) llegó de Pyongyang, después de que un misil disparado por el régimen de Corea del Norte sobrevolase la isla japonesa de Hokkaido. Los inversores no descartan una intervención militar, a juzgar por la cotización de las empresas de defensa y de armamento norteamericanas; Lockheed Martin se revalorizaba más de un 4% (30% en lo que va de año), Raytheon otro 3%, con Northrop Grumman y General Dynamics también en verde. La exhibición coreana revalorizó los llamados activos refugio como el oro, la deuda pública o el bitcoin, que llegó a superar los 4.360 dólares.

Pero la fortaleza del euro se ha forjado en los últimos meses a causa de los buenos resultados económicos de Europa, en paralelo a la incertidumbre que todavía genera Donald Trump y la inacción de los bancos centrales. La Reserva Federal (Fed) no se ha pronunciado todavía sobre la subida de tipos anticipada por Janet Yellen y el Banco Central Europeo (BCE) ha anticipado la retirada progresiva de las medidas de estímulo, pero sin concreción en los plazos. En la reunión de los gobernadores de los bancos centrales en Jackson Hole, el viernes pasado, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, evitó hablar sobre el tipo de cambio del euro y sobre política monetaria, por lo que el mercado piensa que se puede seguir comprando. "Draghi no se mostró en Jackson Hole francamente en contra de un euro demasiado fuerte", interpreta a Efe la analistas de divisas de Commerzbank, Antje Praefcke.

Para aquellos sectores con déficit comercial (que importan más de lo que exportan) la apreciación del euro permite pagar menos por la materia prima. En Galicia están en esta situación la industria alimentaria, energética y del automóvil; África, Sudamérica y Asia son las regiones desde donde más se importan los aprovisionamientos, pero donde las exportaciones son todavía limitadas. En el caso de la industria pesquera, por ejemplo, la dependencia de las importaciones se compensa durante la fase de transformación del producto, donde se le aporta valor añadido. Pero a la hora de llevar las mercancías gallegas a otros mercados que funcionan con monedas distintas al euro, la fortaleza de la divisa europea provoca que esos bienes sean más caros que, por ejemplo, los de países asiáticos. De ahí que este impacto cambiario reste competitividad a las empresas gallegas.