El comienzo del verano, tan propicio para el mercado laboral por los refuerzos de plantilla en los negocios vinculados al turismo, dejó el número de parados en Galicia en el mínimo de los últimos ocho años y medio: 181.871. Nunca se firmaron tantos contratos. Más de 117.000 en julio, a una media de 3.780 diarios. Claro que solo el 5,6% del total es indefinido, uno de cada tres temporales no supera la semana de duración y también un tercio de todas las bajas en las demandas en los servicios públicos de empleo gallego son por la renovación de la tarjeta o por rechazar ofertas y nada tienen que ver con la colocación. La letra pequeña de la recuperación del empleo deja datos tan preocupantes como este. Ni mejora la calidad ni tampoco afecta a todos por igual, como advirtieron ya muchos expertos y organizaciones sociales cuando se cerró la segunda recesión y buena parte de las administraciones dieron por ganada la guerra contra la crisis. Hay colectivos que lo siguen teniendo especialmente difícil. Como los 88.500 desempleados en la comunidad que acumulan más de un año a la espera de una oportunidad. Es verdad que los parados de larga duración en Galicia llegaron a rozar los 131.000, pero el importante descenso pasa casi desapercibido para los más mayores, que son los que precisamente peor lo tienen para engancharse de nuevo a la locomotora del crecimiento. El 66,8% tiene más de 50 años.

De todas las demandas pendientes de empleo en la comunidad, la mayor parte, el 48,7%, son personas que arrastran más de un año en esta situación. Frente a la bajada general del paro de casi un 12% entre diciembre y julio, en su caso la reducción es de la mitad, el 6,3%, según se desprende de los datos recopilados por el Instituto Galego de Estatística (IGE). Los que están inscritos desde hace menos de un mes bajan un 20%, hasta los 19.200; un 29% los que oscilan entre un mes y seis meses (43.900); mientras que el grupo de los que van de los seis meses a un año ascienden a 30.260, después de un fuerte incremento del 20,8%.

El vistazo de la evolución por edades permite comprobar lo complicado que lo tienen los parados de más edad. El grupo que más peso tiene en el global del desempleo va de los 55 a los 59 años. Son 26.781. Y en esa horquilla el número de gallegos a la espera de un contrato descendió este año solo un 7,3%. Otros 21.400 tienen entre 60 y 64 años. Estar sin trabajar va directamente contra su base de cotización y su futura pensión. Aquí la caída respecto a diciembre es todavía peor, de únicamente el 0,8%.

Los mayores descensos son de parados de 30 a 34 años, que son un 17,6% menos que a finales del pasado año; y en los de entre 25 y 29 años, con del 16,9%.

¿Y qué pasa si en el análisis juntamos edad y paro de larga duración? Pues que aparece la enésima demostración de por qué los parados mayores son uno de los objetivos prioritarios en los planes de reinserción laboral. Primer dato: de todos los parados gallegos con, al menos, un ejercicio completo sin trabajar, el 54,6% supera los 50 años. Segundo dato: de los mayores de 50 años que están en el paro, siete de cada diez llevan así más de un año.

El peligro del paro crónico en el colectivo es también evidente. El número de desempleados de larga duración de entre 50 y 59 años desciende la mitad que el resto. Un 6,4%. En los de 60 a 64 años, el recorte no alcanza ni el 1%.

A las demandas de parados se suman otros 57.200 gallegos registrados en las oficinas de empleo que no cuentan para las listas de espera de un puesto. Son personas que no pueden permitirse un contrato convencional por limitaciones horarias (13.101) o buscan uno específico (687), como teletrabajo, a domicilio o en el extranjero. De ellos, alrededor de 29.700 están ocupados o tienen algún tipo de relación laboral y lo que necesitan es una vacante que les permita compatibilizar las dos actividades para mejorar el sueldo o, simplemente, cambiar. Pese al ascenso en la contratación de los últimos meses, los gallegos que buscan en los servicios de empleo otro trabajo no varía mucho de los 30.000.