-¿A qué puede deberse esta falta generalizada de gente formada?

-La falta de adecuación entre la demanda y la oferta de trabajo siempre ha sido una constante en Galicia. Esto supone, por una parte, que la tasa de desempleo sea alta en relación a otras autonomías y, en segundo lugar, que convivamos con el subempleo y la sobreeducación. Hay trabajadores con alta formación que se ven obligados a ocupar empleos de baja cualificación y escasamente remunerados. Además, puede haber actividades o sectores que buscan un perfil determinado, pero no lo encuentran. Hay que mejorar el mismatch entre oferta y demanda.

-¿Una mejor comunicación entre empresa y sector educativo cambiaría las cosas?

-Habría que hacer algo tan sencillo como preguntar a las empresas qué tipo de trabajador demandan y orientar la formación al mercado de trabajo. Evaluar de forma periódica las necesidades laborales, apostar por una comunicación más fluida con los representantes empresariales y de los trabajadores para conocer en qué tenemos que mejorar en materia de empleo a partir de los recursos existentes. Formar no es barato. No fomentar, al menos parcialmente, los perfiles a las necesidades del mercado incurre en un doble coste: la formación inicial y la formación posterior para solucionar las deficiencias.

-¿Y por qué se perpetúa el problema?

-Las políticas laborales suelen ser cortoplacistas. Tratan de solucionar los problemas de forma inmediata, pero las soluciones a corto plazo no tienen por qué ser las mejores. Hace falta mayor comunicación entre las entidades formativas y los empleadores. Nos falta planificación y nos sobra inmediatez. Estoy seguro que si nuestros niveles de desempleo no fueran tan elevados, podríamos mejorar en planificación laboral.

-La formación muy específica, ¿no puede suponer otro riesgo?

-Precisamente por esto tampoco es defendible una formación excesivamente específica. La formación generalista parece la mejor opción para evitar compartimentos estancos. Lo anterior es perfectamente compatible con luego establecer niveles de especialización, pero sin denostar la formación más de base. Se deberían plantear unos niveles. Desde la Universidad hemos entendido esta necesidad y los grados suelen tener mayores dosis de generalidad que los másteres. Se debería orientar la formación hacia esos dos niveles. Que haya empresas que se dediquen a formar a sus trabajadores demuestra ciertas carencias.