La histórica firma textil coruñesa Viriato (fundada en Ordes en 1959) llega a la fase final de su proceso de liquidación. La subasta de sus activos, ordenada por el juzgado de lo Mercantil número 2 de A Coruña por segunda vez, se cerró con éxito, pero con precios inferiores a los previstos. La denominación Viriato podrá volver al mercado a manos de un comprador que pagó 102.000 euros por la marca comercial, el 20% del precio mínimo de salida que marcó el juez para la primera subasta (que quedó desierta): 500.000 euros. En el segunda el precio de salida eran solo 100 euros.

Los activos subastados de la textil ordense, agrupados en 27 lotes, sumaron 252.400 euros.

El administrador concursal, Ramón Gento, aseguró ayer que el juez aún no comunicó la identidad del comprador de la marca, y señaló que, a falta de "algunos trámites", esta puja pone fin al proceso concursal iniciado en septiembre de 2016, cuando la compañía solicitó de forma voluntaria la antes conocida como suspensión de pagos.

El primer intento de venta fracasó el pasado julio, en una subasta contaba con un precio de salida de 500.000 euros y que quedó desierta. En la segunda, la puja mínima bajó a esos 100 euros. La subasta se cerró el pasado viernes y todos los lotes consiguieron comprador. Alguno, por el mínimo exigido, como el lote 25: maquinarias de tejer manuales Dubied GG7, por las que se pagaron los cien euros de rigor. Después de la marca, el lote más cotizado fue el número 3, con 34.150 euros, por maquinaria de tejeduría-sección Stoll. Las máquinas de coser industriales reportaron en total 132.700 euros, sumando once lotes. El resto corresponde, entre otros, a software de producción, hilaturas (5.450 euros), equipamiento de tiendas y mobiliario.

Histórica de la industria textil

El activo de mayor valor de Viriato es la propia marca de una compañía que forma parte de la historia de la industria textil gallega y que facturaba unos diez millones de euros anuales confeccionando ropa en Ordes que vendía no solo en España, sino también en mercados como Italia, Portugal, Francia o Japón. Su modelo artesanal no aguantó la presión de los precios del mercado y su dependencia de su principal cliente, El Corte Inglés, al que el año pasado solo logró suministrar el 20% de su pedido de otoño-invierno por problemas financieros. Después de esto, los grandes almacenes le comunicaron que no harían encargos para primavera, lo que desencadenó la decisión de la compañía de entrar en concurso. La liquidación dejó en la calle a un plantilla de 110 empleados, los que habían quedado tras el anterior despido colectivo, en el que habían abandonado la firma 40 profesionales.