Ellas son mayoría. Las mujeres superan el 52% de la población en edad de trabajar en Galicia. Pero todos los indicadores laborales reflejan una situación de clara inferioridad que empieza desde el mismo instante de la incorporación al mercado, incluso ante puestos cualificados. La publicación esta semana del informe de inserción laboral de los titulados en la comunidad elaborado por la Axencia para a Calidade do Sistema Universitario de Galicia demuestra lo arraigada que está la discriminación. Con la misma preparación, tres años después de concluir sus estudios de especialización, los hombres cobran 1.342,06 euros frente a los 1.114,55 euros de las mujeres. Una diferencia de 228 euros.

Aunque probablemente nunca se habló tanto como ahora de la irrenunciable necesidad de lograr la paridad y las mismas oportunidades, la recuperación de la economía, paradójicamente, camina hacia el sentido contrario. Tras varios años en los que se recortaron las distancias entre las retribuciones a hombres y mujeres -no por la mejora de ellas, sino porque la caída en los sueldos fue mayor en el colectivo masculino-, la vuelta al crecimiento da marcha atrás en el objetivo de la igualdad. Entre 2014 y 2016, la brecha salarial se acentuó hasta los 4.513 euros en Galicia. ¿Cómo es posible? Por la precariedad galopante en la contratación, que azota, sobre todo, a las mujeres.

Casi siete de cada diez mujeres de 16 a 64 años se declaran activas. Es decir, pueden y quieren trabajar, aunque su tasa de penetración en el mercado laboral está 7,6 puntos por debajo de la de los hombres. El porcentaje de ocupadas -las que efectivamente desempeñan un puesto- sigue "un patrón semejante a la tasa de actividad", como refleja el diagnóstico sobre la situación de la mujer en el nuevo Plan Estratégico de la Xunta para la igualdad de oportunidades. Sin embargo, entre ellas hay más paro. "La incidencia de los factores asociados a la maternidad, a la corresponsabilidad y a la conciliación de la vida personal, familiar y laboral como obstáculos para el acceso y la permanencia de las mujeres en el mercado de trabajo remunerado se hacen patentes cuando se analizan las tasas de ocupación de 20 a 49 años con hijos e hijas", destaca el estudio. La separación entre hombres y mujeres en este caso se agudiza, "con una diferencia de más de 20 puntos porcentuales entre los sexos cuando se es madre o padre de menores de 11 años, con uno o varios hijos o hijas". En los casos de dos hijos, por ejemplo, el porcentaje de mujeres empleadas no llega al 70%. En los hombres roza el 90%.

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Esas peores condiciones en la remuneración a las mujeres que se instauran desde su entrada en el mercado laboral a pesar del relevo generacional y la idéntica formación entre sexos van perpetuándose durante la trayectoria profesional. En 2006, los hombres en Galicia cobraron un salario medio de 17.671 euros brutos al año, según los datos de la Agencia Tributaria. Las mujeres se embolsaron un 27% menos, alrededor de 12.900 euros. Desde ese momento, la diferencia fue amortiguándose muy lentamente. Hasta 2010, cuando la región alcanzó el récord del sueldo medio, el incremento en la nómina de ellos fue del 15,5% y un 21,6% para las mujeres. La brecha salarial pasó en esos cuatro ejercicios de 4.760 euros a 4.704.

Durante los siguientes años, los más fuertes de la crisis, el salario medio en los hombres bajó un 3,2% y un 1,8% en las mujeres. Lo que permitió reducir la diferencia salarial hasta los 4.300 euros. El 2014 fue un año clave para la economía. Se asomó la recuperación, la destrucción de empleo echó el freno... y volvió a aumentar la desigualdad. Entre 2015 y 2016, los sueldos de los hombres aumentaron de media un 2,5% y solo un 2% los de las mujeres, hasta los 20.243 euros y los 15.730, respectivamente. Si hace dos años la diferencia rondaba los 4.300 euros, ahora, con un incremento de la brecha salarial de cerca de 200 euros, se sitúa en los 4.513. Las mujeres cobran casi 400 euros brutos menos que los hombres al mes.

La discriminación salarial es generalizada. Afecta a todos los sectores. Aunque no en la misma proporción. Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca encabezan la desigualdad en la remuneración por sexos. De cada 10 asalariados en el sector, ocho son hombres y dos mujeres, abocadas muchas veces a labores de ayuda en el campo, pero sin ingresos. El sueldo medio de ellos, alrededor de 15.100 euros al año, es un 30,3% más alto que el de las mujeres (10.560).

La segunda actividad donde existe una mayor desigualdad es la industria, con el doble de trabajadores hombres que mujeres. Ellos se embolsan un 29,7% más de dinero por sus tareas.

A continuación figura un sector que no se caracteriza precisamente por la baja cualificación de las ocupaciones y evidencia que el problema no entiende de formación. Es el negocio financiero y asegurador. La diferencia de nóminas alcanza el 29,4%. Mientras un hombre recibe un salario medio mensual de 3.123 euros, una mujer obtiene 2.200. Al año, más de 11.000 euros de variación, a pesar de que en finanzas en Galicia hay un equilibrio casi perfecto de sexos en cuanto a número de empleados.

En las empresas dedicadas a dar servicios a otras compañías la diferencia salarial a favor de los hombres asciende al 29,1%, según la Agencia Tributaria; un 28% en labores de comercio y transporte; el 26% en la industria extractiva, la energía y el agua; del 24% en información y comunicaciones; y un 16% en servicios sociales, donde las mujeres predominan: 160.700 asalariadas frente a 97.900 trabajadores.

La construcción y las actividades inmobiliarias dejan la menor distancia de sueldos entre hombres y mujeres en Galicia. De un 8%, unos 1.400 euros al año.

La radiografía de la Xunta para llevar a cabo su estrategia de igualdad no esconde esta realidad. "Las estadísticas siguen revelando una realidad desigual en las retribuciones salariales, en la promoción profesional, en el acceso a sectores y ámbitos aún fuertemente masculinizados, así como en la presencia en las esferas de decisión", sostiene el vicepresidente del Gobierno gallego, Alfonso Rueda, en el preámbulo del plan. "Y a este escenario contribuye, ciertamente -añade-, la persistencia de los estereotipos de género".

Sí, los estereotipos, pero también las deficientes condiciones laborales que se han instalado en el mercado laboral gallego y que han permitido impulsar la contratación a máximos históricos a costa de la calidad en el empleo.

Hasta noviembre, en Galicia se firmaron 947.881 contratos. Prácticamente medio millón fueron para hombres y 448.800 para mujeres. Ellos concentran también la mayoría de los indefinidos, el 54% del total, concretamente, como refleja el balance del Instituto Galego de Estatística (IGE). La cosa cambia a medida que nos adentramos en la temporalidad de los puestos. Las mujeres copan el 53,4% de los contratos de una semana a un mes. El 51,3% en los que duran de un mes a seis meses; y el 51,8% en los de seis meses a un año. ¿Qué sucede con los contratos más largos, los que se extienden más de un año? Los hombres absorbieron el 57%.

Si las dos realidades en la contratación son muy contundentes, el reparto de la carga laboral no se queda atrás. Al cierre del tercer trimestre de este 2017, con los últimos resultados de la Encuesta de Población Activa (EPA), en Galicia había 32.000 hombres con un empleo a jornada parcial. Entre las mujeres es más del triple, 106.900. ¿Es lo que quieren? No. Hay 62.300 ocupadas con un contrato reducido que quieren trabajar más, pero no encuentran un puesto mejor. Entre los hombres, en esta situación están 20.500.

Las cifras encajan como un guante con la realidad del llamado subempleo, personas capacitadas y con vocación de trabajar más horas de lo que lo hacen: 33.600 gallegos y más de 65.000 gallegas.

Las ocupadas que no pueden desempeñar otro tipo de labor porque están condicionadas por el cuidado de niños, enfermos o mayores suman 15.000. Solamente 900 hombres.

Las peores condiciones laborales que padecen las mujeres explican también la diferente velocidad a la que va la recuperación para ellas. Desde el récord del paro en 2014, el número de desempleados descendió un 45,6% y el de mujeres paradas un 31%. Hasta el punto de que por primera vez en la historia la Encuesta de Población Activa (EPA) estima que este año en Galicia hay más mujeres esperando un trabajo que hombres.