Después de haber dirigido el departamento de Recursos Humanos de compañías del calibre de Inditex, Santander o Hewlett-Packard, Jesús Vega de la Falla está volcado ahora en su labor de conferenciante y asesor empresarial, tareas en las que aplica sus conocimientos en procesos de multinacionalización.

- ¿Es la internacionalización el mejor camino o el único para la expansión?

-Es el único camino porque estamos en un mundo tecnológico, abierto, en el que la gente no siente que haya fronteras y donde puede adquirir productos y servicios de cualquier parte del mundo en poco tiempo, cosa que hace unos años nos hubiese sorprendido. Solo podemos diferenciarnos a través de esa experiencia y la vocación de todas las empresas en los próximos años será la de llegar a todo el mundo.

- Pero el empresario reticente teme los riesgos. ¿Cuáles son las ventajas que compensan?

-El único riesgo importante es dejar que poco a poco lleguen otras empresas que van a vender lo mismo que tú. Claro que hay algunos problemas o dificultades que hay que solventar, pero siempre el riesgo es no salir, guardar los huevos en la misma cesta en un mundo donde los huevos vuelan de un país a otro a una velocidad tremenda.

- La mayoría del tejido empresarial gallego está formado por pymes. ¿Hay cierto complejo frente a las multinacionales?

-Siempre se nos olvida que todas las grandes multinacionales empezaron siendo pymes. Facebook empezó en una Facultad de Ingeniería e Inditex empezó en un garaje. Todas las empresas nacieron siendo pequeñas, prácticamente mínimas. El hecho de que el tejido empresarial esté ahora mismo compuesto en su mayoría por pymes no es nada más que un reto muy interesante en el que merece la pena trabajar.

- Acumula muchos años de experiencia en procesos de internacionalización en grandes empresas como el Banco Santander o el Grupo Inditex, ¿qué fue lo que más le sorprendió?

-Cuando empiezas a trabajar en procesos de multinacionalización lo que piensas es que las personas son muy diferentes en función del país en el que vivan. Sin embargo, cuanto más trabajas en este tipo de procesos más te das cuenta de que todos somos muy parecidos. Y a mí precisamente lo que más me ha sorprendido es que los seres humanos no somos tan diferentes entre nosotros.

- ¿Basta con esas semejanzas? ¿Qué claves son necesarias para generar confianza en los nuevos mercados?

-Tener una propuesta diferenciada. La propuesta de los costes es importante, pero cada vez es menos relevante. Prácticamente los precios se están estandarizando en casi todo el mundo y por eso tenemos que llegar con propuestas imaginativas, diferentes y que ofrezcan experiencias que la gente de los países donde vayamos sientan como interesantes. Las nuevas tecnologías contribuyen a dar el salto al exterior pero aún existe cierta resistencia hacia ellas. La tecnología siempre ayuda. El reto es que los profesionales seamos conscientes de los cambios que vienen para aprovecharlos y para no ser perjudicados. Solo las firmas que se anclan en el pasado y no quieren asimilar todo lo que podemos hacer con la tecnología están a punto de desaparecer.

- ¿Considera que España está en el vagón de cola de la internacionalización de los países de la UE o del resto del mundo?

-Diría que todo lo contrario. No hay país en el mundo que haya avanzado tanto como nosotros en los últimos años en términos de internacionalización. No encuentro ninguna referencia mejor. En el año 1985 prácticamente no había multinacionales en España y ahora hay grandísimas empresas que son referencias mundiales. No hay otro lugar donde se haya avanzado tanto en tan poco tiempo. Así que creo que todo lo contrario. Nos tenemos que sentir muy orgullosos de ello y tenemos que seguir en ese camino.

- Fue la crisis la que empujó a muchos empresarios a mirar fuera. ¿En qué medida es determinante este factor?

-Efectivamente. Fue hacer las cosas porque no había más remedio y lo que nos tiene que hacer reflexionar es precisamente lo contrario. Siempre pienso que los movimientos más arriesgados e inteligentes los tenemos que hacer cuando las cosas nos van bien, no cuando las cosas van mal. Cuando las cosas nos van bien tendemos a relajarnos y a coger las ganancias. Y es precisamente en esos momentos cuando tenemos que hacerlo porque cuando nos sentimos obligados igual no estamos tan bien como con la situación que tenemos ahora. Afortunadamente, estamos saliendo de la crisis porque todo está empezando a encaminarse. Por eso en estos momentos hay que dar el salto al exterior con más rotundidad.