El Banco de España estima que la economía española va a finalizar el ejercicio 2017 con un crecimiento del 3,1%, dos décimas menos que el año anterior, tras avanzar otro 0,8% en el cuarto trimestre, lo mismo que en el trimestre anterior, gracias al fortalecimiento de los mercados de exportación, que habría contrarrestado los efectos adversos derivados del aumento de la incertidumbre relacionado con la situación política en Cataluña. Para el próximo año prevé un crecimiento del 2,4%.

Según el informe trimestral de la economía española del organismo supervisor, estos efectos adversos se habrían concentrado especialmente en esta comunidad autónoma. Desde el punto de vista de los componentes de demanda, el impacto negativo de la incertidumbre se habría manifestado sobre todo en el gasto privado interno y en las exportaciones turísticas.

Por el lado de la oferta, los indicadores, tanto cualitativos como cuantitativos, referidos a la industria manufacturera han mostrado una trayectoria más favorable que los relativos a los servicios, lo que resulta coherente con un mejor comportamiento del componente externo de la demanda frente al interno.

En concreto, tanto el consumo privado como la inversión en bienes de equipo habrían reducido sus ritmos de avance en los últimos meses del año, mientras que, por el contrario, la información disponible apunta a un posible fortalecimiento de la inversión en construcción.

A medio plazo, el Banco de España espera una continuación de la fase expansiva, favorecida por la reconducción de los desequilibrios, si bien se prevé que el crecimiento del PIB pierda cierta intensidad, con un 2,4% en 2018 y un 2,1% tanto en 2019 como en 2020, mientras que el componente subyacente de la inflación tendería a repuntar gradualmente hasta el 1,8% en 2020. Esta desaceleración vendría motivada por la orientación neutral de la política fiscal y la relajación de la política monetaria sobre las condiciones de financiación de los agentes.