Hace tiempo que las piezas que forman el puzle de intereses enfrentados en el que se ha convertido la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) amenazan con irse. Ya lo hicieron las patronales de Ourense y Pontevedra en los últimos meses y ayer lo hizo la de Lugo. Después de que Antón Arias, el controvertido presidente del último año, anunciase el jueves el abandono del cargo, el que fue su breve secretario general y uno de los directivos de los empresarios lucenses, Jaime López, asegura que la Confederación de Empresarios de Lugo (CEL) estudiará la posibilidad de dejar la organización "si no se encuentra seriedad y no se hacen las cosas como consideramos que se deben hacer".

López apunta en sus críticas al resto de patronales provinciales, a pesar de que una de las razones que agravó la grave crisis que arrastra la CEG desde hace años fue el nombramiento sin consenso, según las patronales del sur, de Arias y el suyo propio.

"Si no vemos realmente que hay un compromiso de responsabilidad por parte de las organizaciones provinciales, en sentido de caminar en un futuro donde todos puedan ser compañeros de viaje, la CEL valorará o no su continuidad", advertía ayer López. Muy cercano a Arias, el secretario general de los empresarios de Lugo admite que su marcha no le coge por sorpresa. Pese a todos los problemas y la tensión generada en este último año, sin presupuestos nuevos todavía y las cuentas de 2016 aprobadas por los pelos por falta de información -solo nueve votos a favor, y el resto, más de medio centenar, abstenciones, incluida la del expresidente Antonio Fontenla, uno de los valedores de Antón Arias- defiende su "gran trabajo", especialmente para frenar "el deterioro económico" de la organización, en referencia a la formalización de la hipoteca de 1,2 millones que probablemente habrá que refinanciar.

Sin identificar quién, en su opinión, las puso, López reconoce el fracaso en el proyecto de reforma de estatutos porque "se han puesto piedras en el camino". Era un supuesto "compromiso", pero desde que se puso sobre la mesa levantó la enésima polvareda interna. El 30 de octubre la Presidencia de la CEG envió un comunicado después del comité ejecutivo avanzando la intención de llevar unos nuevos estatutos a la asamblea y repleto de reproches contra la patronal de Ourense tras desligarse de un supuesto pacto para sacarlos adelante. Algo que los empresarios ourensanos negaron "rotundamente" y, junto con la Confederación de Empresarios de Pontevedra (CEP), acusó a Arias de "maniobras deshonestas" que incluso "rozan la ilegalidad".

Finalmente, Arias dejó en el cajón la reforma. Ni se llevó a la asamblea del 12 de enero, a la que no acudió la CEL ni ya el entonces exsecretario general Jaime López, forzado a dimitir por la presión interna a la falta de apoyos a su designación.

López da por hecho que la CEL podría vivir al margen de la patronal gallega porque "está integrada directamente en la CEOE [la organización estatal] ya con anterioridad a la CEG". Presume de que en Lugo "donde realmente tenemos -dijo- un respaldo claro de las empresas de la provincia" se dedican "a temas relevantes como pelear por las infraestructuras o para que la Cámara de Comercio no desaparezca".