El mercado exterior se consolida como uno de los motores de la actividad económica en Galicia. El tirón de sectores como el textil textil y el naval, unido al despegue en los países de América Latina, que tienen en Galicia su primera estación en suelo europeo, impulsaron las exportaciones de la comunidad a máximos históricos. Por segunda vez en la historia se auparon por encima de la barrera de los 20.000 millones de euros, después de cerrar 2017 con un crecimiento del 8,2%, hasta los 21.966 millones, en el que es el tercer récord histórico consecutivo.

El estallido de la crisis y la caída de la demanda interna obligó a las empresas gallegas a buscar nuevas fuentes de ingresos fuera de sus fronteras. Esta estrategia, lejos de detenerse con la recuperación económica, se refuerza. En tan solo ocho años, Galicia ha logrado elevar sus ventas al exterior un 55,3%, desde los 13.957 millones de euros obtenidos en 2009, según los datos que publicados ayer por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.

La escalada que protagonizan las exportaciones en los últimos años encontraron un nuevo estímulo en 2017 de la mano de tres sectores que brillan con luz propia. Se trata del textil, que ya aglutina el 26,6% del comercio exterior gallego, y del naval, que crece un 70%, hasta los 468 millones, al tiempo que engorda su cartera de pedidos hasta los 37 contratos. A ellos se sumó la buena marcha de las exportaciones pesqueras, que marcaron un nuevo récord tras pulverizar el techo de los 2.000 millones de euros por primera vez en su historia, tal y como publicó este diario. Se dispararon un 14,2%, hasta los 2.127 millones de euros, la mayor cifra de toda la historia. Estos tres sectores tomaron el relevo de la automoción, que redujo un 7,8% las ventas a otros países, hasta los 4.882 millones de euros.

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Además de la pujanza de estos sectores, las exportaciones gallegas se vieron impulsadas por la reactivación del mercado latinoamericano, que se acerca a niveles del año 2013, antes de que las turbulencias políticas y el desplome del petróleo activasen el freno en su economía. Las ventas al continente se dispararon un 19,8% el año pasado gracias al tirón argentino, que duplicó sus compras a Galicia en solo un año (199 millones de euros) , y del resto de países de la zona euro que, tras dar carpetazo a la crisis económica, elevaron un 8,3% sus compras de productos gallegos.

La buena marcha de estas economías ha permitido esquivar el parón de otras áreas como China, que redujo un 11% sus compras de productos gallegos, o Reino Unido, que hizo lo propio con un descenso del 9,8% como consecuencia del debilitamiento de la libra tras el "sí" al Brexit.

La balanza comercial

El fuerte avance de las exportaciones en España (crecieron un 8,9%, hasta los 277.125 millones de euros) no fue suficiente para mejorar su balanza comercial -la diferencia entre lo que se vende al exterior y lo que se compra-. Las importaciones se dispararon un 10,5% en España y el déficit comercial se ensanchó al pasar de los 18.760 millones de 2016 a los 24.744 millones del año pasado.

La razón está en el encarecimiento de la factura energética por el repunte del precio del petróleo (el barril de Brent arrancó el año en los 57 dólares y lo terminó en los 67) y por la mayor demanda de gas para tomar el relevo de unas energías renovables al ralentí en la generación eléctrica por la escasez de lluvias.

Galicia, sin embargo, resistió el encarecimiento de la factura energética y se coló entre las seis comunidades que lograron mejorar su saldo comercial. Las exportaciones superaron en 4.535 millones de euros las importaciones, frente a los 4.455 millones de 2016. Solo País Vasco, con 5.219 millones de euros de superávit comercial, supera a Galicia, que está escoltada en el podio por Navarra (3.641 millones de euros). Si se ajustan las cifras al tamaño de la economía (al PIB), Galicia supera a País Vasco (un 7,4%, frente a un 7,3%) y se sitúa solo por detrás del 18,2% de Navarra.

La comunidad gallega logró mejorar su posición en el mercado exterior pese a enfrentarse a un fuerte encarecimiento de la factura energética. De los 1.714 millones adicionales dedicados el año pasado a importaciones, la mitad (876 millones) fue exclusivamente a la compra de combustibles más caros.