-Usted trabaja en Cataluña, ¿qué ve en sus calles? ¿Hay fractura social?

-En Cataluña lo que ha aparecido es una fractura civil en el sentido de que las diferencias ideológicas y políticas en el seno de la población se han extremado, cosa que es lógica cuando la política se hace girar únicamente alrededor de un solo objetivo: la independencia. Eso es lo que produce la fractura civil. Y sí, se ha producido. Hay también un estancamiento político, es evidente. Pero el clima ha cambiado, aun cuando sus resultados no son visibles de momento y tardemos un poco en verlo.

-¿Cuál es la causa?

-El independentismo unilateral ha muerto. Lo que sucede con todo muerto es que necesita un velatorio y después luto. Y esto lleva tiempo. Pero pasar a una situación de normalidad va a tardar. Desde 1980 hasta 2017 la población en Cataluña que votaba antes a partidos nacionalistas, que son ahora llamados independentistas, se ha movido siempre entre el 46% y el 48%. La cuestión a explicar es por qué esos dos millones de personas que antes de 2012 votaban a partidos nacionalistas, pero respetuosos con la Constitución y el estatuto, a partir de 2012 se han ido desplazando hacia un voto rupturista. A mi juicio por el malestar que hay en España en términos generales y que explotó el 15-M. El 15-M dio lugar a que el bipartidismo se rompiese y apareciesen nuevos partidos de izquierda alternativa. En Cataluña ocurrió igual, pero además -y esto es lo diferencial- ese malestar hizo que una buena parte de votantes nacionalistas se precipitaran hacia el independentismo. Probablemente aprovechando lo que percibieron como cierta debilidad del Estado.