El sistema público de pensiones ha sufrido en los últimos años su particular tormenta perfecta en España. La crisis económica y el envejecimiento de la población han cambiado de signo las cuentas de una Seguridad Social que encadena siete años consecutivos con abultados déficits. Además, el recurso a la hucha de la pensioneshucha para abonar las pagas extras la han dejado en mínimos, por lo que el Gobierno se ha visto obligado a solicitar préstamos para hacer frente al pago de las pensiones y no agotar el fondo de reserva. Pero este no es el único nubarrón en el horizonte del sistema público de pensiones. La reducida tasa de natalidad y el inminente retiro de la generación del baby boom baby boomhan forzado en España a aplicar reformas que van en la línea de lo ocurrido en otros países. El retraso en la edad de retiro, la ampliación del periodo de cotización para el cálculo y las penalizaciones a la jubilación anticipada son las recetas que más se han aplicado en los países europeos, cuyo éxito está todavía por comprobar.

EAlemania. Fue el país de la Unión Europea (UE) que tomó la delantera en la reforma de su sistema de pensiones. Fue en 2007 cuando aprobó una medida que cuatro años más tarde sería copiada por España: subir la edad de jubilación desde los 65 años hasta los 67 de cara a 2031, con la diferencia de que en España podrán retirarse a los 65 años aquellos trabajadores que acrediten una vida laboral larga, de al menos 38 años y medio de cotización.

Pero la situación actual de los pensionistas en Alemania dista mucho de la de los españoles. El país más poblado de la UE ha copado buena parte del interés de los pensionistas en las últimas semanas tras anunciar que subirá estas pagas un 3,2% en el oeste y un 3,4% en el oeste este año, aunque tiene trampa. Las pensiones públicas son de una cuantía reducida (unos 1.000 euros al mes) que apenas representan un 50,5% del salario medio del país (frente al 81,8% de España y el 62,9% de media en la OCDE) y que son complementadas con las aportaciones a planes de pensiones privados de empresa.

EFrancia. El retraso de la edad de jubilación ha sido la principal receta seguida por los países más desarrollados en los últimos años, pero Francia solo sigue esta tendencia de una forma parcial. A partir de 2023, quien quiera retirarse en el país galo con el cien por cien de la pensión deberá hacerlo con los 67 años ya cumplidos (frente a los 65 de ahora), pero quien se conforme con unas pagas algo más reducidas puede hacerlo una vez superados los 62. La tasa de reemplazo (porcentaje que representa la primera pensión sobre el salario que se cobraba anteriormente) se reduce hasta el 74,5% pese a que para su cálculo se utilizan los mejores 25 años de cotización (frente a los últimos 25 en España) y que no son solo las cotizaciones sociales quienes sufragan el gasto en pensiones. Desde hace casi 30 años aplica una Contribución Social Generalizada, que grava al 7,5% las rentas del trabajo y al 8,2% las de capital para contribuir a la financiación de las pensiones del sistema público francés.

EGrecia. Los tres rescates que necesitó el país heleno dejaron una clara huella en el sistema de pensiones, que sufre nada menos que 13 reformas en la última década. Para equilibrar las cuentas, las pensiones públicas griegas han sufrido un recorte que va desde el 7% hasta el 40% en el caso de las 200.000 personas que cobran pagas superiores a los 1.300 euros al mes. La pensión media (de unos 650 euros) apenas representa un 53,7% del salario medio griego. Además, la edad de jubilación se eleva de forma progresiva hasta los 67 años, de los cuales se deben haber cotizado un total de 40 y, además, el Gobierno griego abre la puerta a futuras subidas de la edad de jubilación en el caso de que aumente la esperanza de vida en el país.

EItalia. Su sistema de pensiones es el tercero más generoso de toda la Unión Europea, solo por detrás de Croacia y Dinamarca. Estas pagas representan un 93,2% del salario medio en el país transalpino, que utiliza las llamadas cuentas nocionales. Bajo este sistema el trabajador cuenta con una especie de hucha virtual y conoce qué cantidad de dinero le corresponde en el momento de su retiro y que viene determinada por las cantidades aportadas y la evolución del PIB. Sin embargo, para mantener estos niveles de asistencia, el país se ha visto obligado a llevar a cabo algunas reformas. La principal es, una vez más, la subida de la edad de jubilación hasta los 67 años en 2021, aunque tanto esta como la anticipada, pueden retrasarse aún más en función de si la esperanza de vida una vez pasados los 65 años continúa incrementándose.

EJapón. Es el país con la esperanza de vida más elevada (83,9 años). Pese a ello -y a diferencia de los países de Europa- mantiene la edad de jubilación en los 65 años. A cambio, otorga una de las prestaciones públicas más reducidas de entre los países desarrollados. Su tasa de reemplazo es de apenas el 40% y de cara al futuro modificará el mecanismo de fijación de la pensión. Hasta ahora se ligaban al IPC (excepto cuando la evolución de los precios de consumo era negativa), pero a partir de 2021 pasará a vincularse a la evolución de los salarios.

EPortugal. A partir del próximo año se comenzará a aplicar en España el llamado factor de sostenibilidad, que reduce la cuantía de las nuevas pensiones en función del aumento de la esperanza de vida, pero Portugal ya fue pionero en esta medida hace once años, en el año 2007. Pese a esto, las pensiones portuguesas son algo mas generosas que las españolas: suponen el 94,9% del salario medio en ese país, pese a que para su cálculo se utilizan todos los años cotizados. Además de introducir el factor de sostenibilidad, el país vecino también elevó la edad de jubilación en un año, hasta los 66 años, aunque, al igual que Italia, podría revisarlo al alza en el caso de que aumente la esperanza de vida. La excepción es para aquellos que acrediten una vida laboral más prolongada. Por cada año que se superen los 40 años cotizados, la edad legal de jubilación se reduce en cuatro meses.