- ¿Necesita la política un plan de saneamiento para limpiarse de los casos de corrupción?

-Lo que necesitamos es más cultura democrática. En democracia, la izquierda, fundamentalmente, tiene la obligación moral y política de luchar contra la corrupción a base de infundir hábitos democráticos en la gente y demostrarle que todo lo que le puede ocurrir dejando de votar a un corrupto es siempre bueno para la ciudadanía.

- Tras dejar el sindicato y la política, ¿a qué se dedica, ahora?

-A trabajar, como autónomo, con contratos mercantiles, asesorando como economista. Me pago mi Seguridad Social. En su día, no me pude jubilar por edad [ahora tiene 66 años], aparte de que en mi carrera profesional desde la dictadura más que acumular años de cotización acumulaba despidos. Luego, en democracia, los sindicalistas estuvimos sin cobertura social varios años hasta que pudimos regular esta situación. Hasta hace poco ha habido una discriminación burocrática absurda en el reconocimiento de las prestaciones de los sindicalistas. Ahora, seguiré trabajando hasta que el cuerpo aguante.