El distrito 3 está lleno de plazas con nombres de ciudad, como la de Ourense; que recuerdan actividades pasadas, como la de la Tabacalera; o que reivindican su ubicación, como la de Cuatro Caminos. Pero parques, lo que se dice parques que se ajusten a la definición de la RAE de "terreno destinado a jardines y arbolado para el recreo" cuesta encontrarlos. Sale el sol en la plaza de Vigo y todos los niños -con sus padres, abuelos o tíos- se concentran en los juegos. La plaza queda dividida en dos: la zona con gente, en el tramo del bulevar del Registro Civil, y la zona donde no hay nadie, en el extremo opuesto, donde la bancada con mosaicos a lo Gaudí contempla en solitario el tumulto. En los balancines hay turnos, en los columpios se pide la vez y en el castillo cualquiera pierde de vista a su hijo, sobrino o nieto con tanto subir y bajar. Da la sensación de que si toda esta plaza del distrito 3 estuviera llena de juegos también se llenaría de niños. Marta Muíño columpia a su niña sin perder de vista a su otro hijo. En general, le gusta la ciudad, pero desde que es madre se ha dado cuenta de que se necesita invertir más en mantenimiento. "Hay que mejorar la limpieza de los parques y ser algo más estrictos con los dueños de los perros porque los niños lo tocan todo y a veces está todo muy sucio". Marta reconoce que no tiene fe ni en las municipales ni en los políticos porque "solo les interesan las cuentas". Y como ejemplo pone algo que no le entra en la cabeza y que conocer de primera mano por su profesión de pediatra: "Ves que gastan el dinero en cosas innecesarias en vez de solucionar asuntos tan importantes como la financiación de la vacuna del meningococo, donde no permiten su venta libre en farmacias y tampoco la incluyen en el calendario cuando hay niños que mueren de esto o se quedan con secuelas de por vida". La joven tiene la sensación de que todos los recortes son en sanidad y educación, de que falta voluntad para solucionar los problemas reales y de que su voto en mayo no servirá de mucho.

Maite Naya y Ángeles Cagiao Fernández se coordinan para atender las ganas de juego de sus tres nietos. Van de un lado para el otro, mueven el balancín del que quiere marcha, dan mimos al que tropieza, vigilan al que ya busca diversión en solitario y me atienden. Maite quiere para el futuro una ciudad con más puestos de trabajo porque "si hay empleo y capacidad de gasto funciona todo lo demás". Ángeles se suma a esta petición para añadir que le gustaría que hubiera más zonas verdes, parques con jardines y que se solucionen los atascos "con sitios donde puedas aparcar el coche gratis para después moverte en bus". Ninguna confía en lograr estas peticiones en mayo porque "todos prometen mucho en campaña y después poco hacen", dice Cagiao. Ambas coinciden en que se necesita un cambio, sin dar siglas, porque "si seguimos votando a los mismos de siempre el problema lo tenemos nosotros", defiende Naya. Para Ángeles los programas electorales deberían incluir "honestidad y sentido común para evitar que los presupuestos se gasten en tonterías en lugar de mejorar la calidad de vida de la gente y los servicios de los barrios". Solicita, además, mayor democracia interna dentro de las formaciones, listas abiertas, libertad de voto y que "el que gobierne admita en su equipo a miembros de la oposición capacitados y con buenas ideas como hizo Obama con la Clinton, que era su rival", defiende mientras coge en brazos a uno de los niños y anima en el balancín a otro.

Algo más tranquilo, Javier Coloma ejerce esta mañana de tío y acompaña a su sobrina en sus juegos. Me siento a su lado en la zona de bancos concurrida para conocer que quiere una ciudad "más humana, con más alternativas a las necesidades reales de la gente y más verde porque los parques habitualmente son extensiones de cemento", dice señalando la parte de la plaza de Vigo solitaria. Javier lanza un "ni de broma" para responder a si cree que puede conseguir estas mejoras en las municipales y sus argumentos se llenan de noes. Y es que Coloma no se identifica con ninguna opción política, no cree que ofrezcan alternativas realistas, no ve grandes diferencias entre partidos, no cree que las urnas permitan cambiar el actual panorama y no irá a su colegio electoral en mayo porque prefiere "no votar a votar por cualquiera". Lo dice tan convencido y con un tono tan seguro que cualquiera se lo rebate.

A dos metros, José Luis Roldán aprovecha unos días libres para volver a casa. Vive en Madrid desde hace quince años pero suele venir una vez al mes y sigue empadronado en A Coruña, por lo que en las municipales votará por correo porque no le gusta abstenerse. Sus viajes de trabajo por Europa le llevan a pensar que se necesita una ciudad "más peatonal, con menos tráfico y donde se motive más el uso de la bici y los deportes náuticos como pasa en Copenhague, donde el mal clima no impide desarrollar todo tipo de actividades al aire libre". Roldán no siente que su voto pueda cambiar las cosas y cree que a la hora de votar mirará más a la marca de los partidos que al nombre de los candidatos.

Dejo la plaza de Vigo y pongo rumbo a Cuatro Caminos. En la plaza de la Palloza, Ricardo Chiama Kappes pone a prueba la fluidez de lectura de su hijo pidiéndole que le lea en voz alta la placa del monumento a las cigarreras. El niño sale airoso y Ricardo le revuelve el pelo en señal de aprobación. Vive en A Coruña desde hace 27 años, es argentino, tiene un marcado acento porteño y llama a sus dos hijos "gallegos". Demanda menos impuesto y más fluidez en el tráfico, y cree que "los servicios son buenos si se comparan con los de un país latino, pero la cosa cambia si la referencia es uno europeo". Chiama tiene en cuenta a Argentina en todo momento cuando habla, que es mucho, y con soltura compara la crisis de su país natal con la española. "Lo que han robado allá ahora lo veo acá, es un despilfarro, hasta las caras de los políticos se parecen porque Montoro es igualito a Martínez de Oz, el ministro de Economía en la dictadura" (mira en Google, sí que tienen un aire). Por primera vez desde que reside aquí, irá a votar porque "visto lo visto se necesita un cambio" y es probable que respalde a Podemos. Pragmático cree, sin embargo, que su primera visita a las urnas tampoco traerá grandes cambios porque "ningún gobierno es artífice de tu destino" y, citando a Baldano, defiende que además "no se puede ser tan justo en la vida, hay que ser un poco flexible para sobrevivir".

En la explanada de la Fábrica de Tabacos, Miguel Ángel Mouro toma una bicicleta prestada de la red de alquiler municipal, un gesto coherente con sus peticiones porque quiere "una ciudad más verde, habitable, con menos coches y donde se motive el uso de la bici". Con vitalidad reivindica que la sociedad civil se implique en la política. "Ahora tenemos lo que nos merecemos y hay que tomar nota de lo que nos está pasando para cambiarlo en las elecciones". Defiende que "la mayoría de los partidos que se presentan están en el mismo saco, solo se preocupan de sus intereses y solo miran al pueblo cuando toca votar". Sabe que el camino para conseguir su ansiado cambio de mentalidad es largo porque "si nos falta un kilómetro por andar, las municipales no son ni cincuenta metros del total del trayecto", pero él piensa subirse a la bici para recorrerlo.

En los columpios de la nueva zona de juegos de la Tabacalera, Andrés Corral González balancea a su nieto Elías. Vive en uno de los edificios que se ven desde la plaza y reconoce que le gusta la ciudad "tal y como está" porque los servicios llegan a todos los barrios y las infraestructuras son aceptables. Desde su punto de vista las elecciones de mayo pueden variar "relativamente poco el panorama actual porque la capacidad de gestión de un gobierno municipal es limitada por su reducido presupuesto y porque, al fin y al cabo, todos los partidos se parecen". Corral defiende, además, que "la inercia es tan poderosa que no se cambian las condiciones básicas de una ciudad o de un país en unas elecciones".

Dos perros juegan en uno de los recintos vallados del parque de Cuatro Caminos que allá por los ochenta estaban llenos de arena para que los niños hicieran castillos. La tierra ha sido sustituida por una especie de hormigón granate y los niños han emigrado a la zona de juegos de la calle Alcalde Puga y Parga. En medio de todo el tráfico aún se escuchan pájaros y los árboles dan sombra en los bancos verdes de toda la vida, esos formados por dos láminas de madera con las esquinas curvas. Félix Vázquez Fernández viene a esta parte del parque con su perra Tiara porque es un oasis dentro de la ciudad mientras que "otras zonas están comidas por el cemento". Para Vázquez, la nueva área de recreo es "un esperpento porque han quitado zona de recreo y arboleda para instalar un monstruo que no tiene capacidad ni para diez niños". Defiende, en cambio, que se necesitan "obras sencillas, serviciales y que respondan a un interés real de la gente". Para el futuro quiere una ciudad donde "las cosas sean de otra manera y se aplique sentido común". Se define como "un viejo rebelde" y espera que en las municipales de mayo se produzca "un cambio inteligente, con nuevas estructuras intelectuales, porque con traje y corbata no se gobierna a los ciudadanos, hay que remangarse".

La perra de Félix comparte juegos con Trisquel, el perro de María Rodríguez. Ella baja desde Os Mallos a esta parte del parque porque es de las pocas zonas donde su animal puede jugar sin miedo a molestar o ser molestado. María saca al perro tres o cuatro veces al día y las caminatas para encontrar una zona verde le llevan a anhelar más espacios abiertos que faciliten la convivencia con los animales de compañía. Rodríguez se dedica a cuidar ancianos y se encuentra con muchas dificultades cada vez que quiere dar un paseo con alguna persona en silla de ruedas. "Hace falta una ciudad más accesible y preparada para el cuidado de la gente mayor, se necesita que todas las aceras estén rebajadas para que se puedan mover mejor y más centros especializados en la tercera edad". A María no le convencen las inversiones en infraestructuras del último mandato porque "se levantan las calles, sobre todo ahora que llegan las elecciones, pero no se invierte en la gente". Espera, por tanto, que en mayo entren en María Pita nuevas formaciones políticas "para que no siempre gobiernen los mismos" y lleguen aires renovados.

En el Ensanche y Cuatro Caminos les gustaría poner verdes los parques y zonas de juego, y no por criticarlos sino para recuperar el color que perdieron con la llegada del cemento. La mayoría de las personas con las que me he topado de paseo por el distrito 3 interpretan la ausencia de este tono tan natural como una muestra de que se necesitan infraestructuras más humanas y acordes a las necesidades de cada barrio. Si a la plaza de Vigo van muchos niños a jugar, por qué no instalar más juegos. Si la gente utiliza la red de bicicletas de alquiler, por qué no potenciar su uso. Si los dueños de los perros dan mil vueltas para encontrar un sitio donde pasear a sus animales, por qué no habilitar más zonas céntricas para ellos. Si llegan las municipales, por qué la mayoría cree que no encontrará respuesta a estos porqués en las urnas.